A lo largo de 2015 hemos publicado cientos de artículos. Sin embargo, lo que realmente valoramos son las sensaciones que os dejaron las crónicas de los conciertos que vivimos por ti, los discos que descubriste gracias a nuestras ganas de llenar Internet de letras y música. Si continuamos adelante con esta aventura que se lleva nuestro tiempo libre cual desagüe, es porque nos alegra la vida el que leáis por primera vez en esta casa que nuestros ídolos tocarán cerca de casa, lo comentéis y lo compartáis en las redes. Que descubráis vuestro disco del año, convenceros de que ese artista del que casi nadie habla merece la pena.
Como sabemos que seguís al otro lado de la pantalla, leyendo nuestras parrafadas y, a veces, haciéndonos un poco de caso, recopilamos y publicamos nuestra selección anual de discos. He aquí, en grupos de cinco, lo que a nuestro juicio son los mejores discos paridos en 2015. Teniendo un staff más numeroso que nunca, las cuentas son claras: te vamos a recomendar muchos discos.
Laurent Berger
Ryley Walker: Primrose Green
Tim Buckley, John Martyn y Tim Hardin. Todos en uno. Con su propio carisma y personalidad, Ryley impresiona tanto sobre vinilo como sobre el escenario. Sin ninguna duda, el disco que más he escuchado este año, convirtiéndose en un trabajo de referencia para mí.
Steven Wilson: Hand.Cannot.Erase
Definitivamente, ha puesto a Steven Wlson en la cúspide del nuevo rock progresivo. Con este trabajo temático, Wilson ha escrito una nueva página en los anales del género. Se convierte, además, en referencia tanto para público como profesionales. El rey midas del prog.
Ryley Walker and Bill MacKay: Land Of Plenty
En la mejor tradición de los guitar-solos, Ryley y Bill recogen el testigo de John Fahey y Robbie Basho. Un disco grabado al calor de un bar de Chicago, sin trampas ni cartón. Sólo dos músicos fabulosos dejando correr su imaginación para plasmar el mejor disco instrumental del año.
Kamasi Washington: The Epic
¿La fusión de Groover Washington con John Coltrane puede ser posible? Kamasi consigue aquí convinar dos estilos tan opuestos con su propia salsa. Un disco que, como bien indica su nombre, es épico. Tres vinilos atiborrados de groove, largos desarrollos… El disco de Jazz que gustará por igual a los que aman el género como a los que no.
Iron & Wine and Ben Bridwell: Sing into My Mouth
Un trabajo que a priori no parecía tener mucho que aportar, se convierte en un delicioso disco donde comparten espacio fabulosas versiones de Talking Heads y J.J.Cale con temas propios. Una pieza que, creo, ha pasado desapercibido entre tanta cantidad de lanzamientos interesantes que nos ha traído el 2015.
Perem
Este 2015 es el año en el que, Gilmour, casi una década después de que el On an Island, y Richards, veintitrés años después del Main Offender (el recopilatorio de 2010 no cuenta), han decidido salir de su retiro dorado para darnos los que, posiblemente, van a ser sus últimos discos en solitario, y vaya si ha valido la pena esperar. Dos discos crepusculares, sobre todo el de Keith, que sirven para cerrar la carrera en solitario de dos de las figuras más importantes que ha conocido y, seguramente, va a conocer el Rock.
David Gilmour: Rattle that lock
El primero, Gilmour, se ha sacado, en compañía su mujer, Polly, un disco que de principio a fin atesora toda la grandeza del que fuera la voz y la guitarra de Pink Floyd. Un disco que nos retrotae al mejor Dave de The Division Bell y con «In Any Tongue», «Today», «Faces of Stone»… su voz, impecable, se nota que el tipo se cuida, y su Fender, vuelven a embarcarnos en uno de esos habituales viajes que junto a Waters & cia en la década de los 70 nos hicieron alcanzar dimensiones que nunca más hemos vuelto a conocer.
Keith Richards: Crosseyed heart
Y el Segundo, Richards, con este Crosseyed nos regala un disco que bebe de sus anteriores trabajos y que nada nuevo aporta, pero que por todos sus poros transmite esa magia especial que sólo el mejor de los Stones es capaz de transmitir. «Suspicius», «Trouble», «Heartstopper», «Nothing on Me»… acaban siendo el último legado de uno de los últimos grandes nombres de la historia musical de nuestros días.
Beth Hart: Better than home
Una vez hecha la mención a dos leyendas vivas que desde hace tiempo tienen reservado su sitio en el Olimpo de los más grandes, toca volver al S.XXI para hablar de dos figuras que lo tienen todo, absolutamente todo, para, en un futuro no muy lejano, hacerse un eco en ese privilegiado Olimpo reservado a los más grandes, y es que Beth Hart sigue a lo suyo, y con este Better than Home, vuelve a recordarnos que posiblemente es una de las mejores voces actuales. Una voz capaz de emocionarte como hace tiempo nadie lo hacía, y para eso sólo hay que dejar rodar «Mechanical Heart» de principio a fin.
Steven Wilson: Hand.Cannot.Erase
Y, bueno, a estas alturas intentar hablar de Wilson creo que es algo que ya no hace falta. Con o sin sus Porcupine, Steven es el mayor genio musical actual. Lo suyo es de otra dimensión, y con la nada fácil, en todos los sentidos, «Hand.Cannot.Erase», vuelve a crearnos un mundo que no está al alcance de cualquier mortal. Sí, Steven, tarde o temprano tendrá su lado a la derecha de padre, aunque su único problema quizás sea que hasta lograr alcanzar tal objetivo el Planeta Tierra se le acabé haciendo pequeño,
Paco Ventura: Black Moon
Sí, ahora toca hablar de Paco Ventura y su Black Moon, una autentica delicia con la que, como si de un viaje en el tiempo se tratase, ha rendido homenaje a ese rock clásico que en su momento elevaron al Olimpo los Rainbow, Purple, Whitesnake & cia, y que es merecedor de un mayor reconocimiento del que acabará teniendo.
Bonus: John Illsley: Testing the Water (2014)
A modo de bonus, un disco de 2014, y que este Testing the Water, se me pasó en su momento, por lo que aprovecho esta ocasión para hacer mención de que John Illsley, con sus dos últimos trabajos es, con o sin permiso del perdido, en todos los sentidos, Mark Knopfler, el encargado de mantener viva la esencia de los Dire Straits. El amigo Illsley no estará dotado de ese talento que le fue dotado a Knopfler al nacer, pero sabe, con una tremenda sencillez, recordarnos lo grandes que fueron en la década de los 80 Marck, David, Pic y John. Una autentica delicia para cualquier seguidor del grupo.
Carlos Tizón
Dead Lord: Heads held high
Pase lo que pase, digan lo que digan, llueva, truene, haga frío o calor, el hard rock es mi música, con la que mejor me siento, la que más me hace vivir,vibrar, saltar, reír, cantar… es algo que no puedo, ni quiero remediar, y el disco que se han marcado estos tíos, hereda la mejor tradición de bandas como Thin Lizzy o U.F.O., pero además, dándole una personalidad y calidad fuera de toda duda.
Chris Isaak: First comes the night
Chris es, para mí, una debilidad, lo reconozco y me la suda reconocer que, haga lo que haga, siempre lo voy a mirar con buenos ojos y mejores oídos, porque es complicado no hacerlo de otra manera con sus discos y su elegancia. Pero es que, además, nos deja a finales de año este enorme disco.
Los Brazos: Gas
¡Madre mía! Vaya artefacto sonoro se han marcado estos tres tipos. Blues, rock, y una lección aprendida de memoria sobre como estar predestinado a ser grandes de verdad. Yo soy de los que cree en el amor a primera vista, y a primera escucha, este disco da fé de ello.
Dayna Kurtz: Rise and fall
Reconozco que mi visión del rock and roll está llena de watios, sudor y cerveza, ese sentimiento de abrir los infiernos sin remisión con unas guitarras descontroladas, pero a veces, necesito refugiarme en mí mismo, encontrar la paz aunque sólo por unos minutos, los que dura este grandísimo disco de esta grandísima mujer.
Hogjaw: Rise to the mountains
Soy del sur, del sur del sur para ser más exactos, y eso es algo que te marca, sea donde sea que se ubica tu sur. Por eso, el rock sureño, es algo que me pone a cien, más aún, cuando suena duro, potente, retozando con el hard rock como hacen Hogjaw, que se han convertido por derecho propio, en una de mis bandas favoritas.
Edgar Carrasquilla
Lucero: All a man should do
A finales de año me crucé con una banda que no conocía y cuyo nombre poca luz arrojaba sobre su música. No pude pasar de la primera canción, que sonó en bucle durante largo rato. Cuando lo conseguí, descubrí un mar de folk rock íntimo, arreglado con elegancia, sentimental. Escaló mi top anual gracias a canciones que suenan a pasado doloroso, perdido -como todos los pasados-. All a man should do suena a recuerdos, a memorias de cualquiera, y está repleto de temas interpretados con sinceridad y compuestos desde las tripas, como frases fichas en la intimidad de la pareja.
The White Buffalo: Love and the death of damnation
Cumplió con lo prometido: su disco más variado y alegre, sí, pero lleno de folk, perdición e intimidades. Jake Smith se despoja de esa imagen oscura autoimpuesta en anteriores discos, para regresar a lo que tan bien se le dio en One upon a time in the west: componer canciones de autor y grabarlas con vitaminas de todo tipo. Sus canciones vuelven a sonar enérgicas por encima de una columna vertebral formada por un portentoso vocalista y su guitarra acústica.
Ryan Bingham: Fear and Saturday night
La historia de este disco, que va camino de convertirse en leyenda, cuenta que el chico de los rodeos y el sombrero se aisló en pleno desierto para, en una caravana, a oscuras, y sin smarthpone a mano, componer las canciones que le darían forma. Es su mejor obra desde Mescalito, y sólo por «My diamond is too rough» merece la pena. Sorprende cómo una que raspa más que la lengua de un gato, prueba de una vida de maltrato al cuerpo, es capaz de resultar tan dulce, íntima y sentimental. En este disco encontramos canciones, canciones de calidad, como deberían serlo todas.
Elder: Lore
En un genero tan abundante en cantidad y calidad como es el stoner –space, desert, o como hostias se le quiera llamar-, para destacar es necesario un nivel muy por encima de la media, pues el espacio para la innovación es casi inexistente. Es el caso de este Lore, denso, tenebroso, de tanto tonelaje que a ratos roza el doom. Canciones siempre asidas a melodías espaciales, parones, cambios de ritmo y voces lejanas. Su producción, que suena bruta y garajera a partes iguales, ofrece una sensación de cercanía y una cantidad de texturas tan variadas que, a ratos, da la impresión de tener a la banda tocando en la misma habitación. Sonido orgánico. Capas y capas de guitarra y bajo en desarrollos que, de largos y sorprendentes, terminan sabiendo a poco.
Royal Thunder: Crooked doors
La banda más más personal de la lista. No conozco otra agrupación que suene como esta: a rendición, a rabia. Suenan a pesar, y en ello tiene mucho que ver el arte de su vocalista, que afronta cada tema con perspectiva lúgubre, tono grave y potencia espectacular. Como un Blackie Lawless deprimido y un punto de dulzura. Este álbum, en cierto modo, accesible, engancha desde el inicial «I’m looking for a time machine, but I cannot go back», que hace las veces de carta de presentación no sólo para el disco, sino para la propia banda y su sonido.
Alfonso Moriche
Loquillo: Código rocker
Sí, es un hecho: los discos consistentes en regrabaciones de material propio, los ejercicios de autoversiones, suelen ser artefactos de difícil digestión. No así en el caso de Loquillo, quién se atreve a bucear en su catálogo a la búsqueda de su material de corte más fiftie, entregando un trabajo dotado de una sorprendente cohesión en el que se dan cita el rockabilly, el pop a lo Buddy Holly, el doo-wop, el country y hasta alguna pincelada de gypsy-jazz. Respaldado por las leyendas underground Nu Niles, el Loco firma uno de sus trabajos más puristas.
Phil Lee: Some gotta lose
Si hay un fenómeno recurrente en estos años es la entronización de sidemens (o, como diríamos aquí, segundones) de épocas pretéritas: segundos espadas con kilómetros de oficio a sus espaldas que consiguen brillar en la recta final de su carrera. Phil Lee es un ejemplo casi de manual: un tipo con conexiones variopintas en el negocio (de Neil Young a Flyin’ Burrito Brothers) que, ahora, que ya no cumple los sesenta, está entregando unos trabajos tan disfrutables como el que nos ocupa: algo así como el punto de encuentro figurado entre Willy DeVille, Steve Earle y el Dylan de los 70’s aliñado con un delicioso regusto soul.
The Diesel Dogs: Everything
Sorprende ver, en una “escena” como la de las bandas españolas que se expresan en inglés, una de las características de los madrileños: armados con un sólido arsenal conceptual y poseedores de un amplio abanico referencial, el combo de Javi Diesel huye de encasillamientos estéticos y tópicos vacuos y arma su particular revolución sónica a partir de esquirlas de los Replacements, The Clash, The Who, el sleazy angelino y el punk rock neoyorquino de hornada noventera, dando forma a un cóctel molotov fiero y accesible.
Leon Bridges: Coming Home
Aun formulario en exceso y con algún relleno, el debut en largo de Leon Bridges mantiene el pulso y deja un saldo positivo (con el single, “Better Man”, a la cabeza) en el siempre difícil negociado del revival soul: ese en el que los referentes a emular se antojan tan, tan inalcanzables. Dotado de un dulce regusto vintage, con la vista puesta en la vertiente más azucarada de la escudería Motown, “Coming Home” se antoja como un artefacto de lo más disfrutable.
Diamond Dogs: Quitters and Complainers
La última rodaja -en todos los sentidos, ya que al concluir su gira de presentación anunciaron su retirada- de los suecos no iba a ser la excepción: fieles a su libro de estilo, los perros de Sulo entregan un puñado de temas a caballo entre la herencia Faces, el boogie electrificado y tontorrón de unos Status Quo (que aquí gana peso) y ramalazos de glam británico. No hay temas destacables ni singles preclaros, sólo un doble homenaje: a una manera muy concreta de entender el rock and roll y al fallecido compañero de armas Mats “Magic” Gunnarson, a quién tributan añadiendo uno de los últimos conciertos que ofreció con la banda, en Bilbao. Un entrañable fin de fiesta.
Alex Palahniuk
2015 ha sido un muy buen año. Yo lo situaría, desde mi punto de vista, en cuanto a importancia y dimensión musical, un escalón por encima del 2014. Si de algo nos ha servido el transcurrir de este año, es que la gran mayoría de bandas absolutamente famosas -desde mi humilde punto de vista-, cada vez deberían ir centrándose más en girar que en hacer álbumes. Según mi criterio: Maiden, Scorpions, Mötorhead o Slayer, no han hecho nada reseñable. Otros grupos con recorrido, pero con menos años de carretera y sin tantos sinsabores en el ámbito musical como Muse, se están acercando a la categoría de prescindibles con sus dos últimos álbumes. Pero dejemos eso a un lado, y centrémonos en los que, para mí, son los cinco mejores álbumes de este 2015.
Beth Hart: Better Than Home
Así es: una dama lo ha vuelto a hacer. Si el año pasado elegí a Imelda May y su Tribal, este año le toca a la artista angelina coronarse, para mí, como la número uno de este año 2015. Sin Joe Bonamassa a la guitarra, pero con esa sensualidad, encanto y arrobo que producen tanto su voz como su delicado toque al piano, la artista americana, a través de composiciones como Might as well, Trouble o Mechanical heart, no sólo explora el registro vocal de ídolas como Fitzgerald o Holliday, sino que nos muestra que el sur de los Estados Unidos está más vivo que nunca. Inefable este álbum, tanto si te gusta el género como si no eres un gran conocedor de éste.
Ghost: Meliora
¿fraude? ¿Sobrevalorados? ¿Marketing? Independientemente de la opinión que uno pueda tener de la música del Papa Emeritus and His Nameless Ghoul, lo cierto es que, con tan sólo tres discos, han conseguido erigirse en una de las promesas del género. La suya es una música sin complejos, que remite no sólo a los grandes nombres de los setenta u ochenta, como Blue Oyster Cult, Mercyful Fate. ¡Incluso son seguidores de ABBA! Su estilo melódico a la par que contundente exhibido en Meliora, les ha hecho acreedores, sin lugar a dudas, en el podio de los grandes álbumes de este año. Que nadie dude que tracks como He Is serán hits del futuro.
The Sonics: This is The Sonics
Sin lugar a dudas, una de las grandes sorpresas del año. The Sonics no se prodigan todo lo que debieran en cuanto a elaboración de material discográfico, pero, cuando lo hacen, nos enseñan por qué son necesarios a día de hoy: no sólo conservan la esencia de sus viejos discos de los sesenta, sino que también los han barnizado a la perfección con una producción idónea para los tiempos que corren. Frescos, adictivos y potentes, frenéticos y juveniles, pese a la edad, los de Washington y su último lanzamiento son un ‘must’ obligado a día de hoy. Este disco es idóneo para los fans del garage y los no fans del garage.
Clutch: Psychic Warfare
El Stoner siempre vuelve con discos y con bandas que, en los años noventa, fueron profundamente ignoradas por prensa y el gran público, para centrarse en el siempre honroso y honesto underground. La formación que capitanea Neil Fallon, siguiendo la estela del sensacional Earth Rocker -2013-, ha vuelto a arrojar un trabajo serio, sin fisuras y con una producción seca y compacta. La gama de colores de su música, abarca no sólo el citado Stoner, sino que las influencias sureñas de Molly Hatchet o Lynyrd Skynyrd se dejan sentir en cada nota deslizada por los de Maryland
Steven Wilson: Hand.Cannot.Erase
No es, el señor Wilson, sólo uno de los grandes maestros del Prog actual, sino que también, uno de los músicos más reputados de la escena metalera a día de hoy. Una vez que Porcupine Tree parece ser un destello del pasado, y el músico británico ha decidido hacer lo que mejor sabe: imaginar mundos y texturas musicales entrelazadas en el marco temporal de una historia en la que uno puede encontrar elementos definitorios del marco de las relaciones temporales en este siglo XXI: soledad, melancolía, ira y nostalgia. Todo acompañado de una instrumentación perfecta que seca las lágrimas de unas letras profundas y bellas.
Pupilo Dilatado
Sabe hasta mal, muy mal, hacer este tipo de listas con el nivelazo que ha habido este 2015 (y en los últimos tres años), pero hay que quedarse con cinco discos que, obviamente, son los que están, pero no son todos los que son. Cinco discos que, de alguna manera u otra, me han volado la cabeza y han hecho que se me erice hasta el espinazo.
The Vintage Caravan: Arrival
Por activa y pasiva y no me cansaré de repetirlo: Arrival, el disco de los prácticamente imberbes islandeses The Vintage Caravan, es una jodida obra maestra en toda regla. Un trabajo vigoroso, poliédrico, potente e iluminado, todo un decálogo en el que se dan cita el stoner más groovie, el prog más psicodélico y el vintage más original y bailongo. Este power trio confirma bien a las claras que ya son grandes, ¡MUY GRANDES! y que no les ha afectado la presión del segundo disco a la hora de componer canciones tan redondas y fabulosas como «Crazy Horses», «Innerverse» o «Monolith».
Deadheads: Loaded
Otros que tal, con un recién publicado segundo disco, Loadead, tampoco les ha temblado el pulso ante la gran aceptación que tuvo su incendiario debut. Los suecos son, en tiempo record, los nuevos headliners del ‘high energy rock’n’roll’ del S.XXI con unos temas de furiosas guitarras y actitud ‘kamikaze’ en «Out Of Here»/»Let Loose The Fool» y un regustillo soul de fondo y, por momentos, en primer plano, como en «Empty Howles»/»UCP» que se hace la mar de disfrutable. Un puto must en toda regla. He dicho.
Hard Action: Sinister vibes
Entre el año pasado y este la nueva cantera de bandas que maman de aquellos incendiarios Hellacopters, Gluecifer y Turbonegro, el género se está renovando que da gusto. En este caso, nos vamos a Finlandia con un debut de auténtico escándalo como éste Sinister Vibes de los Hard Action. Más ‘kamikazes’ incluso que los Deadheads y con una crudeza sónica brutal, me volaron la cabeza desde la primera escucha con llamaradas action rock como «Cut To The Bone» o el excesivo «Deadweight (Cut Me Loose)». Unas bestias pardas acorazadas, ¡vamos!
Ghost: Meliora
En mi TOP 5 me había propuesto meter bandas desconocidas o semi-desconocidas para no repetir con los demás camaradas del staff, pero es que con Ghost no me he podido resistir. Su anterior Infestissuman (2013) me gustó pero no me agitó el alma y el espíritu. Con Meliora esto sí me ocurre, y es que es una colección de canciones que enganchan de cojones, mezclando la faceta más dura y oscura del Papa Emeritus y sus Nameless Ghouls («From The Pinnacle To The Pit», «Mummy Dust») con la más atmósférica y ‘prog’ («Spirit», «Deus in Absentia») para acabar estremeciéndome de gusto ‘a la ABBA’ con «He Is». Muy bueno.
Biters: Electric Blood
Un trabajo que no esperaba en ningún momento que fuese a estar tan alto. He escuchado mucho y muy buen powerpop este 2015, pero a mí me gusta el más apegado a la actitud y el sex, drugs & rock’n’roll de toda la vida, y esto y mucho más es lo que son los Biters del excesivo frontman Tuk. Todo lo bueno que tiene la música del diablo se agita en perfecta cocktelera aquí, el powerpop más sucio y urgente, la actitud glammy, la referencias e influencias clásicas a AC/DC, Phil Lynnot, Bowie, Cheap Trick y una actitud ‘sleazy’ que me vuelve loco. Temas no, temazos como «Reckless Heart», «1975» o «Low Lives in High Definition» son pelotazos de rock que te van a poner a 1000 como me ponen a mí cuando me lo meto enterito en vena.
Pedro Losada
Steven Wilson: Hand.Cannot.Erase
El guitarrista de Porcupine Tree supo sacar lo mejor de sí mismo para firmar un álbum memorial. Formas tiene, pues es, sin duda, la mejor versión de Gilmour, siendo en estos momentos Steven uno de los guitarristas de rock progresivo más grandes.
Beth Harth: Better than home
Una de las voces más potentes del blues actual, grabó uno de los álbumes más densos y rítmicos del año. Better than home es una gran obra que nos muestra a una gran vocalista en estado de gracia.
Ozric Tentacles: Technicians of the sacred
Su música engancha, y así misma se vuelve hasta adictiva. El grupo inglés Ozric Tentacles han firmado un disco vanguardista, donde mezclan las culturas occidentales y orientales. Y que está en lo mejor que he podido escuchar en todo este año. Motivos lo tienen, su música.
Steve Hackett: Wolflight
Tras reunirse de nuevo con la banda Genesis, al bueno de Steve Hackett le quedó tiempo para grabar uno de los mejores álbumes de su carrera. Wolflight se muestra como un álbum de melodías densas donde ahonda en los sonidos góticos a los ritmos más folk.
Alabama Shakes: Sound and color
Es, sin duda, uno de los grupos de blues que mejor han sabido captar la fusión que se originó tras una bomba atómica llamada Electric Mud. Su nuevo álbum es una gran lección que te lleva a una época donde los grupos buscaban ser identificados por su forma antes que por su etiqueta.
Bernardo de Andres
Hungate Roe Master System: Long vacation
Bajo el extravagante nombre de HUNGATE ROE MASTER SYSTEM , muy apropiado para un videojuego SEGA, se encuentra un dúo formado por Matthew Hungate y Jerry Roe quienes tras 10 años han venido construyendo un castillo sonoro de multiples colmenas ( pop, prog, clásica, ) . Un artefacto que sólo ha salido en formato cassette y descarga de la red para sorpresa del consumidor en un claro intento de autosuicidio. Pueden imaginar que tales credenciales sólo deparan que el trabajo sea de una extravagancia deliciosa dónde el exceso es virtud. Para seguidores del powerpop kaledoscopio tipo Jellyfish, el barroquismo de la ELO y la excentricidad de una opera rock
Jaakko Eino Kalevi: Jaako Eino Kalevi
Con tal nombre el señorito sólo podía ser finlandes y venido de tales latitudes nórdicas o es heavy o es raro , pues nos quedamos con esto último. Entre que suena electrónico , que además le da por sonidos disco cual Bowie del frio berlines y coros fémeninos angelicales bajo mantos de teclados, no puede decirse que la propuesta sea excitante y rompedora. Ritmos lounge con similitudes a Kraftwerk , erotizantes sonidos de Gainsbourg en idioma fines, juguetes sonoros de pop experimental, y ricos matices Gabrielanos.. Imprescindible
Grimes: Art Angels
En ocasiones muy contadas las radiofórmulas ofrecen algo interesante y este producto es toda una obra maestra salida de unas malditas listas comerciales. Madonna vs Public Image LImited vs NIN vs Kate Bush nos ofrece el cuarto trabajo de la productora y cantante Claire Boucher , alias GRIMES. El disco sale en el sello 4AD lo cual significa que pese a que ha accedido a las listas su calidad es incuestionable así como el extremo riesgo de las composiciones muy alejadas de cualquier estándar actual.
Son Little: Son Little
Se ha convertido en casi imposible que el mundo del soul se aleje de los manidos sonidos funk, retro o incluso de meros imitadores de Redding-Mayfield. Claro que es un «casi» ya que esta SON LITTLE para ofrecer el disco de soul del SXXI dónde manteniendo unas tradiciones de alma negra ha conseguido actualizar el sonido para acercarlo a pioneros como Black Keys, Jon Spencer lo cual resulta una mezcla demoledora
King Gizzard and the Lizzard Wizzard: Paper mache dream balloon
Puestos a cerrar el circulo de extravagancias sonoras que representa esta mi selección pues llega el turno de la psicodelía y astracanada de King Gizzard . Su última obra no es más que un pastiche del bubblegum pop sixties con las deconstrucciónes de Frank Zappa y elementos de ácida psícodelía. King Gizzard no entra en el juego de los mantras sonoros ni de largos viajes astrales de solos de guitarras y sitares ya que son los sonidos de juguetes , las canciones de carrillon y las flautas los principales ingredientes de la mezcla y pese a todo suena a enorme fumada de hierbas
Luis Cifer
Florence + The Machine: How Big, How Blue, How Beautiful
Un virtuoso ejercicio de estilo. La perfecta fusión de una gran voz, melodías asombrosas y una ejecución tan barroca como magistral. Escucha Ship to wreck o Delilah y si no te conmueves es que ya no te queda sangre en las venas.
Father John Misty: I love you, honey bear
Gran disco se mire por donde se mire. Stillman se desnuda emocionalmente vertiendo en estas canciones su vacío existencial, sus dudas y sus frustraciones. Un sincero trabajo autobiográfico repleto de grandísimas canciones como Strange encounters o Holy shit.
Björk: Vulnicura
Björk nos tenía muy preocupados, su discografía en la última década ha sido una completa pérdida de tiempo con LPs aburridos de los que, a duras penas, se podían salvar un par de temas. Vulnicura le ha servido de terapia para superar una dolorosa ruptura sentimental y a nosotros para volver a confiar en ella como artista. Parece que por fin vuelve a preocuparse por el oyente al otro lado del altavoz. Vulnicura rebosa honestidad y sufrimiento.
David Gilmour: Rattle that lock
No es un disco que esté a la altura de lo ejecutado por este buen hombre en la década de los 70 con Pink Floyd, pero es un disco digno con muy buenos momentos. No hay grandes sorpresas, no todo el mundo es capaz de reinventarse a los 69 años, pero Gilmour nos da lo que todos esperábamos. Eso sí, no entiendo el motivo por el que la versión larga del tema Rattle that lock aparece únicamente en la edición de lujo.
New order: Music complete
Estos cincuentones se resisten al olvido y a pesar de las deserciones y los conflictos internos (reciente demanda de Peter Hook incluida) han vuelto a renacer de sus cenizas. Esta nueva entrega suena adrenalítica y actual, lo mejor suyo desde los ya lejanos Technique (1989) o Republic (1993). Nada de viejos dinosaurios. Buen pop para bailar.
Santiago Gómez
No me gusta eso de los “favoritos” o “mejores” del año, pero opino que estos cinco sí son discos a tener muy en cuenta:
Clutch: Pyschic Warfare
En más de una y de dos listas se les incluirá, y es que a pesar de que su sonido no sea tan “obvio” para masas, son capaces de ofrecernos temas directos y con pegada, o llevarnos por terrenos algo más densos con intensidad. Se han marcado un disco que raya lo sobresaliente.
The Sonics: This is the Sonics
Muchos años que se les supone prejubilados, pero este disco me suena fresco, actual, sencillo de digerir, una cojonuda dosis de rock and roll pasada por filtro garagero. Hace no mucho sacaron unos temas nuevos, pero con este disco confirman que todavía pueden rockear antes de la total jubilación.
Eldorado: Karma Generator / Babylonia Haze
Ya sea en su versión en castellano o en inglés, este disco a cada escucha engancha mas. Su interpretación del rock clásico de los setenta no aburre ni se oxida con cada disco; al contrario: mejora. Y, atención, ¡son de aquí!
The Atomic Bitchwax: Gravitron
Aquí llega mi capricho. Quizá no merezcan por calidad estar entre los mejores de año, pero no puedo evitarlo, cada disco que sacan llega directo a mis estantes, y es que no me puedo resistir a estos locos amantes del “Space-Rock” y las toneladas de riffs que disparan en cada disco.
Buddy Guy: Born to play guitar
Pues sí, como el título del disco informa, este hombre ha nacido para tocar la guitarra, y para tocar blues, y para a sus casi ochenta años ser capaz de patearnos en culo con temas que por su fuerza hacen que te rías cuando alguien dice eso de que es un género aburrido, aunque también tiene partes mas “tranquilas” e intensas, colaboraciones, etc, es un disco de obligatoria escucha para seguidores del estilo.
Lolo García
La verdad es que no creo que 2015 haya sido un año de discos especialmente memorables. Tampoco digo con esto que haya sido un año malo para la música, ni mucho menos, pero sí que he echando en falta discos que me hayan vuelto loco. No obstante, aquí os dejo mi selección de lo mejor de este año que se acaba:
Slayer: Repentless
Desde hace mucho ya, no tenía grandes esperanzas con respecto a estos veteranos thrasheros, más aún cuando han tenido un año de disputas y pérdidas. Quizás por eso la sorpresa ha sido mayor aún y me he topado de bruces con un auténtico trallazo de disco.
Blackberry Smoke: Holding All The Roses
Lo admito, soy fan irredento de estos tíos. Pero es que, además, tienen varios discos que me convencen a la primera escucha y me hacen repetir sin cansancio. Este, sin duda, es uno de ellos.
Beth Hart: Better Than Home
No puedo explicar qué es lo que tiene Beth Hart pero, hacedme caso, lo tiene. Este último trabajo suena mucho más íntimo e intimista y quizás no será mi preferido de su carrera, pero ha conseguido hacerse su hueco en mi selección.
Graveyard: Innocence & Decadence
Tras un soberbio Lights Out, llevaba esperando este trabajo con gran devoción y vaya si ha merecido la pena. Quizás no sea tan diferente ni mucho menos innovador, pero el sonido de estos suecos tiene un efecto en mí bastante difícil de encontrar en otras bandas.
Deltonos: Salud!
De acuerdo que estos tíos nunca fallan, pero nada más que por una línea tan vacilona como «cuando el rock tenía un roll», enarco una ceja de sorpresa, y cuando termino el disco, me queda claro cual es mi disco nacional preferido del año.
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