Al encuentro con Jake Smith, uno tiende a formarse ideas equivocadas sobre su persona. Cerca de dos metros de californiano, anchura de hombros fuera de lo normal y barbas por doquier hacen esperar un tipo acorde a su imponente presencia, que desparrame las palabras en tono profundo y despreocupadamente serio; un tipo que no aguanta que le pregunten más de la cuenta. Sólo acerté en lo de su voz, pues canta con la misma naturalidad que habla.
Cuando subió al escenario un par de horas después, dejó en el camerino la timidez y amabilidad con la que afrontó la charla. A las primeras palabras, el búfalo blanco se muestra relajado, amable, sin demasiadas ganas de hablar, pero con la suficiente profesionalidad como para evitar, forzadamente, los temidos monosílabos.
No era la primera vez que pisaba el país, pues abrió para Donavon Frankenreirten en Barcelona hace algunos años. Según recuerda, «probablemente diez años atrás», y sin embargo, ni está nervioso ni le preocupa tocar antes del anochecer. «No sé que esperar del público, sólo espero que se acerquen al escenario. He dado un paseo y parece que me conocen…». Saldría al ruedo secundado por una banda, «un trío, bajo y batería. Lo prefiero así en festivales, que la gente baile». Pero también se encuentra cómodo solo: «todo se basa en las letras, el intimismo. Depende de la situación y el setlist, pero realmente, no tengo preferencia».
La música de The White Buffalo se mueve entre el enérgico country rock que se conoce como «americana», y el acústico folk de raíces. Once Upon a time in the West, un gran disco del que en su momento hablamos muy bien, es posiblemente su lanzamiento más portentoso hasta la fecha, en cuya producción se encuentran grandes diferencias con respecto al resto de su discografía. «Acababa de firmar con el sello. Teníamos más tiempo, más dinero y más energía, pudimos contratar a un violinista y a un teclista, era el momento». Entendible, pues sus primeros trabajos los grabó de forma independiente y menos medios.
En cambio, para Shadows, Greys, and Evil Ways fue más ambicioso, creando una obra conceptual, de nuevo, desde el intimismo acústico. Pronto, «en agosto saldrá en los States, no sé cuánto tardará en llegar aquí…», podremos disfrutar de su nuevo disco, Love & The Death of Damnation, del que nos adelanta «será más variado, no sólo country, rock y blues. De hecho, hay un par de canciones… ¿felices? Sé que es algo extraño en mí, pero las habrá». Y, por primera vez durante la entrevista, hace un amago de sonreír. «Pero la gente muere, ya sabes», y entonces, ríe, y el aire, que dentro del pequeño camerino parece arrastrar cuarenta grados, deja de sentirse tan espeso. «Acabamos de terminarlo, y estoy bastante entusiasmado».
Se queda a cuadros cuando le planteo la posibilidad de que, en España, donde hablar inglés no es tan habitual como en otros países europeos, los fans no entiendan sus letras. «Ni siquiera se me había ocurrido la posibilidad». Y vuelve a reír a pleno pulmón, lo que, hablando de un tipo tan grande, es mucho decir. «Pongo mucho esfuerzo en las letras, son importantes para mí, intento que cada palabra sea importante, pero supongo que la música y su dinámica sigue siendo emocionante, es un lenguaje universal».
Colaborar con Sons Of Anarchy fue algo bastante fortuito. «Mi abogado llamó a Bob Thiele, el encargado de ponerle música a la serie, y le pidió almorzar. Le dijo ‘hey, escucha esto, podría funcionar en esa serie tan oscura que habla del bien y el mal’, y surtió. Creo que pegaban bastante, y entonces la colaboración fue a más». Jake, de hecho, cantó algunas versiones que sonaron en momentos clave de la serie, y aunque pudiera parecer que fuesen cosecha propia, las cantó por encargo: «ellos las eligieron, pero quisieron mi voz para cantarlas». Para el recuerdo queda ese «The House of The Rising Sun» tan oscuro como la muerte que puebla el show. Lo disfrutó, y además «al principio me preocupó que la gente sólo me quisiese escuchar en esas canciones, pero profundizaron en mi música. Sin duda, me ayudó en mi carrera».
Por el momento, el músico no tiene en mente formar una banda paralela. «Sería divertido, pero no tendría mucho sentido. Todas las canciones salen de mi cabeza, me gusta así, pero quizá tendría sentido para probar otros estilos». Lo que sí tiene en mente es venir a España por su cuenta, tocar en recintos pequeños. Y teniendo en cuenta lo bien que funcionó en el marco del Azkena, lo esperamos -y queremos que así sea-, más pronto que tarde. Permaneceremos atentos.
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Muy bueno saber de White Buffalo en españa, le sigo desde hace un par de años y se ha convertido en uno de mis artistas favoritos.
Muy buena entrevista!