Cuando uno piensa que los integrantes de Clutch no serán capaces de elevar de por sí, el inhumano nivel mostrado desde su formación como banda y, especialmente, en la década dorada que, para la banda, está siendo el siglo XXI, los de Maryland nos vuelven a ofrecer en su último lanzamiento, tres cosas: potencia, elasticidad compositiva, y ante todo, fuerza. En una época en la que el Stoner, desde su brillante concepción en los noventa, de la mano de Monster Magnet, Kyuss o Fu Manchu, vive unos días de vino y rosas -los cuales, serán difíciles de que se repitan en un futuro-, el combo dirigido brillantemente por Neil Fallon vive un momento creativo espectacular.
Si Earth Rocker, editado en el año 2013, apareció en la mayoría de listas como uno de los acontecimientos musicales dentro del siempre nutrido panorama del Rock y del Metal, con Psychic Warfare, el quinteto de la costa este, lo ha vuelto a bordar. En cualquier álbum de Clutch que se precie, siempre se suelen dar cita dos conceptos: uno, el sempiterno, el insoslayable, como es el propio cariz de las composiciones, que lejos de ser monotemáticas, siempre muestran el temple y el exquisito gusto musical por parte de la banda; y la otra vertiente, frenética e incisiva, cortante a la par que profunda. Pues bien: dos ingredientes perfectamente unidos con el pegamento del toque del propio vocalista, quien en este plástico, nos enseña una vez más, que el desgaste, en formaciones que atesoran más de veinte años de carrera a sus espaldas, es una máxima que él mismo se encarga de refutar.
Cada disco del cuarteto es un simposio entre pasado y presente. A decir verdad, pocas formaciones, aparte de ellos, han sabido darle a su música esa centralidad, sin caer en la tentación de acabar siendo una mera parodia de sus inicios. Ellos, sin perder la concepción actual que Fallon y sus mesnadas tienen, a día de hoy, de sí mismos, han dado otro paso hacia delante. En Psychic Warfare, se citan, una vez más, riffs pesados, alternando a la perfección contundencia con pasajes melódicos en los que rinden honores al Rock sureño de Molly Hatchet el ya citado Stoner de los noventa y, cómo no: el sello del propio Fallon: clásico, jocundo y sin concesión alguna a la consideración del Rock como una fiesta, alejado de ese toque trascendental, que últimamente, parece ser uno de los denominadores común de gran parte de la escena. Cortes como X-Ray Visions, resumen a la perfección el credo musical de los de la costa este. Ciertamente, la voz suele ser el alma de una banda; pero es que, como suele suceder en todas las grandes formaciones, el concepto de solidaridad musical es importantísimo para entender la naturaleza de la música de Clutch.
Cojamos, por ejemplo, canciones como Doom Saloon, cuyo minuto y trece, nos sirve, para darnos cuenta de la amplitud de registros de la banda, dando cuenta de ello, también, en Noble Savage y sus académicos licks de guitarra, acercándose a John Lee Hooker, Our Lady of Electric Light: cuyos destellos de psicodelia, con las seis cuerdas apostrofando un estribillo excelentemente trazado, recogen a la perfección la herencia no sólo de Hendrix, sino también de Cream y Jefferson Airplane, o el acercamiento de la banda al Funk, con Your Love Is Incarceration, muestran la versatilidad de una banda que, a base no sólo de talento, sino de trabajo, discreción, está consiguiendo, convertirse en uno de los mejores exponentes del Metal a día de hoy. Discretos y sólo centrados en su trabajo, nos muestran que no son precisos los titulares de las revistas especializadas, para alcanzar la notoriedad: callados y silenciosos, con la sencillez por bandera, son uno de los grandes reclamos de los festivales. ¿Casualidad? En absoluto.
Pedazo reseña que te has marcado Alex, ya me habías puesto los dientes largos en las redes sociales pero leyendo este texto es que los colmillos me llegan al suelo. Clutch y Fallon no fallan, ni fallarán nunca!!, son acojonantes, bestias pardas compositivas, honestos consigo mismos. Me voy a por él!!!!!!!!!!!!!!!