En pleno 2025, el fantástico vocalista, figura legendaria ya del A.O.R. sigue en plena forma como demuestra este estupendo “Born for battle” reafirmado en las características que le convierten en la referencia magistral para aquellos que disfrutamos de los sonidos más “accesibles” del rock potente. Conjugación de melodías, estribillos conscientemente construidos, cataratas de teclados y guitarras en su justa medida hacen que “Born for battle” se convierta en una obra necesaria no solo para los fans del A.O.R. en la que Stan Bush se muestra, nos muestra, como gestar a estas alturas un gran trabajo para una selecta “minoría” que no tenga que limitarse una y otra vez a buscar en el arcón de la nostalgia y la inicial “The sound of victory” parte de dicha premisa.
Teclados y solos quirúrgicamente situados engrandecen “Invincible” mientras “Runnin’ the gauntlet” es una gema conscientemente pulida para brillar por sí sola, melodic A.O.R. con una guitarra omnipresente que funciona de contrapeso ante la exposición de teclados todo ello comandado por la melodía de voz de Stan Bush. “Heart of a lion” tiene reminiscencias de ese sonido pulcro y a la par épico de los Survivor de mitad de los ochenta, un estribillo con fuerza reforzado de nuevo por la conjunción riff/teclado. “Prisoner of the heart” se encamina hacia los terrenos intensos propios de un medio tiempo que se precie, presumiendo de melodía vocal que se corona en el estribillo. “Stand or fall” comienza con unos teclados que anuncian lo que se viene encima, una catarata inmensa de melodic hard rock que encaja en cualquier producción cinematográfica norteamericana de final de los ochenta mientras el heroe se encamina hacia su triunfo final.
“There’s a light” es una balada donde brillan las acústicas junto a la siempre excelsa voz de Bush con aires folk que pueden enlazar con ciertas épocas de los no menos excelsos Dare. “Brothers in arms” vuelve a adquirir ese tono cinematográfico que envuelveva todo el disco como tónica general recalcando un fantástico estribillo coral y una guitarra que ruge apasionada. De construcción cuasiperfecta “Freedom”sirve como magnánimo ejemplo si alguien te preguntase slguna vez ¿qué es el A.O.R.?. Cabe destacar los solos de guitarra durante todo el disco, sin estridencias y cortos en tiempo que no en intensidad. “No surrender” continúa en la misma línea mientras llegamos al final con “The reason for everything” de tono intimista. Tenemos músicos que son valores seguros y Stan Bush no es sólo eso.




















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