Ael Fierlen es una banda procedente del sur de Inglaterra que unen el shoegaze de forma oscura. Un blackgaze o Post Black metal atmosférico de carácter intimista que en este álbum debut nos presentan un compendio de buen hacer, talento e interesantes canciones.

Su título es “All is far away”, un trabajo corto de algo más de treinta minutos, dividido en cuatro temas de larga duración pues el más corto supera los cinco minutos y medio, superando los otros tres los ocho donde parece que quieren mostrarnos un LP casi conceptual sobre los paisajes del sur británico y estadounidense pues su vocalista Steph Moffatt es de esa nacionalidad.
Les acompaña a la guitarra Rob Melville y en la base rítmica OB O’ Brian al bajo y “Ginger” Will Taylor a la batería. Un cuarteto que nos ofrece un disco cadencioso y pesado pero más que interesante.
Comienza con “To sleep eternal”, bellísimo corte que nos recuerda en estructura y temática a lo creado por Draconian en su excelente “Under the goodess veil”. Nos gusta que Mofatt no necesite gritar (salvo en los compases finales) y funcione ya que posee un bonito timbre vocal. Una melodía cercana al doom gótico, triste pero sugerente. Además los pasajes sonoros nos introducen en la idea de muerte que subyace en los casi ocho minutos de duración de “To sleep eternal”. Tiempo suficiente para ofrecer cambios de ritmo en una composición que mantiene el mismo riff de guitarra en más de un momento propio del doom metal.
Sin duda, lo más destacable de una notable obra pero que sigue manteniendo un nivel alto con “Pulrose”, la más corta melodía del “All is far away” que empieza con una guitarra desnuda en la línea folk. El riff también es repetido en cuanto empieza la guitarra eléctrica, acompañado de unos casi susurros demoníacos en las estrofas para variar en el puente y estribillo a la lírica voz de soprano (aunque repetimos que sin alaridos ni demostraciones de agudos, lo cuál se agradece sobremanera).
“’Éde” parece comenzar relajado con la guitarra acústica durante el primer minuto y medio para dar un giro de ciento ochenta grados y pasar al territorio del black metal, con guturales y el martilleo guitarrero de ese estilo. Sin duda, un sorprendente cambio hacia el metal extremo aunque en el puente y el estribillo regresa a la relajación y a la dicotomía entre ritmo sincopado y la dulce voz.
“Aellmith” es la despedida. Un corpus de las virtudes de la banda pues sus más de diez minutos le permiten variar los ritmos y cadencias. Quizás no es tan bueno como la apertura con “To sleep eternal” pero es un gran broche de oro a una agradable sorpresa como es descubrir a una formación que aúna calidad y creación de atmósferas.




















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