Primera edición del festival Rock Imperium con un balance con más luces que sombras. En el capítulo positivo un sonido a la altura de los mejores que hemos escuchado en un evento de este tipo, unos baños cuidados, limpios en todo momento merced a un equipo impecable de trabajadores, el detalle de ofrecer en una de las barras cervezas especiales (una tostada, una sin filtrar, una radler y una gose de temporada a la que nos aficionamos) cortesía del proveedor Estrella de Levante, restaurantes de calado en el cercano puerto, se habilitó un aparcamiento disuasorio al que se llegaba por una red de autobuses gratuitos sin esperas y una ciudad como Cartagena volcada en el evento que como anécdota hasta ofertó un dos por uno en las entradas del Teatro Romano. Muchas y buenas cosas. En el capítulo de mejoras, el recinto se quedó pequeño el segundo día y no vemos que el Parque del Batel pueda ampliarse por ningún sitio, el tercer escenario quedaba fuera del complejo, algo alejado y al que se accede cruzando una carretera y la zona VIP era un elevado alejado del Estrella Levante Stage y sobrepasado por el numeroso público. La cancelación de Whitesnake no la apuntamos en el debe pues la organización no tuvo culpa de la no presencia de los de David Coverdale, sea por enfermedad o por razones técnicas.
Pero antes del “pistoletazo de salida” tuvimos en el Heretic Stage, la denominada “Litha Night” celebrada la noche de San Juan y donde el hilo conductor era la oscuridad nórdica con la actuación primero de los finlandeses Moonsorrow, lastrados, como se quejaron, de tocar de día, aunque su concierto fue estupendo de principio a fin con sus temas largos y cadenciosos (nueve en una hora y media) cantando en su lengua materna sobre historias que nada tienen que ver con los vikingos y que intercalaron varios de sus discos, cosa que no hacían en las últimas ocasiones que les vimos en el lejano 2017 cuando interpretaban en su integridad su, en nuestra opinión, mejor álbum “Jumalten aika”. Aun así en la tarde murciana sonaron pildorazos de ese disco como “Suden tuti” e “Ihmisen aika”.
Y de unos finlandeses a unos daneses como Myrkur, encabezados por Amalie Brun presentando su último «Folkesange», de corte folk nórdico. Nada que ver con la anterior vez que visitaron España en el Download Madrid 2018, ya que han dejado el gótico por la música tradicional de su país. Una Brun vestida de blanco y acompañada por coros con percusión, un cello y violín y cuerda pulsada nos ofreció al completo el “Folkesange”. Buenas sensaciones pero como nos pasó con la escucha del CD se hizo algo larga la hora y media sobre las tablas aunque nada malo se puede decir de la ejecución. Un buen preludio a lo que nos esperaba en los dos siguientes días.
Ya en el recinto del Batel comenzaban temprano las hostilidades pero la edad no perdona y tras hacer algo de turismo por el centro y una copiosa comida en el restaurante Varadero, debimos descansar pues de lo contrario no llegaríamos vivos al segundo día. Así que comenzamos con Lacuna Coil (pedimos disculpas al resto de bandas que no pudimos ver, cosa que remediaremos en un futuro asistiendo a sus directos por primera o enésima vez, pues la mayoría sí que les hemos echado buena cuenta en el pasado).
Sobre los transalpinos, concierto de menos a más, ya que empezaron sonando horrible y con una Cristina Scabbia entrando fuera de tono. Mucho sampleado, interesante puesta en escena y una hora con fuerte presencia de su “Black anima” aunque los momentos más coreados llegaron con clásicos como “Heaven´s a lie” y “Our truth”.
Mismo tiempo estuvieron en escena los suecos Avatar, cada vez con más seguidores, presentándonos su «Hunter gatherer» con joyas como “Colossus” pero que no olvidaron el pasado con las celebradas “Hail the apocalypse”, “A statue of the King”, “Bloody angel” o “Smells like a freakshow”. Además su puesta en escena circense en un espectáculo en sí misma, encabezada por el “front man” Johannes Eckerström. Para el recuerdo su entrada regalando su batería rosas al respetable a ritmo de Julio Iglesias. Inenarrable.
Otros que aprovecharon la ocasión fueron los finlandeses Amorphis elevando el nivel a límites insospechados. En su hora y cinco minutos interpretaron tres temas de su excelente “Halo” pero no olvidaron su importante pasado con cortes del “Skyforger”, “Queen of time” o del “Tales from the thousand lakes”. Su inclasificable mezcla de death metal y progresivo gustó, con un inconmensurable Tomi Joutsen a la voz. En medio nos dio pena perdernos en el tercer escenario a The Vintage Caravan (según alguna persona de la que nos fiamos de lo mejor escuchado) pero sin tiempo para descansar deseábamos ver las evoluciones de Zakk Wylde y su Black Label Society.
Su undécimo trabajo «Doom crew inc» nos pareció de lo mejor del año pasado y teníamos ganas de verlo en vivo. No fue el disco que más sonó en la noche de Cartagena aunque “Set you free” y “Destroy & conquer” fueron demoledoras. Nos hubiese encantado escuchar “Forever in a day” pero el máximo de ritmos lentos en los estadounidenses es uno y ese es para “In this river” (con Wylde al piano), dedicada a Dimebag Darrell. De hecho tuvo bastante presencia el Lp donde se incluía “Mafia”, al igual que el “1919 eternal”. Grandísimo directo, con una banda engrasada, punteos de envergadura y mucho virtuosismo. Además nos quitábamos la “espina” pues hemos visto a BLS en numerosas ocasiones con Wylde borracho o pasando de tema (no olvidaremos jamás el Monster of rock 2008 de Zaragoza o el mediocre paso por el Azkena Rock).
Una genial antesala a Avantasia, ya situados como cabeza de cartel allá donde van. Los de Tobias Sammet siguen deleitando con su power sinfónico y una pléyade de invitados de excepción pasando por el escenario Eric Martin, Bob Catley, un Ronnie Atkins al que nos alegramos de verle recuperado de su horrible enfermedad, Jorn Lande y la novedad del imponente Ralph Scheepers, junto a la guitarra del excelente Oliver Hartmann. Repaso importante a su impecable trayectoria con el “The scarecrow” con mayor representación (más que del “The metal Opera” o del último «Moonglow» con clásicos como “The scarecrow”, el homónimo “Avantasia” o el final con “The sign of the cross” y “the seven angels”. Dos horas de alto nivel que acabó con nuestro fatigado cuerpo y, por desgracia, tuvimos que abandonar el recinto y perdernos a Leprous.
Tras un reponedor descanso comenzamos visitando el primer submarino de Isaac Peral o el Museo de arqueología Submarina para degustar platos típicos en el pesquero Marina de Santa Lucía (próxima reseña en «El rincón del gourmet») y al saber de la cancelación de Whitesnake nos “echamos la manta a la cabeza” y sin descanso llegamos al festival, a ver como se lo había tomado el respetable.
Por fortuna, la gente entendió lo sucedido y siguió con normalidad las evoluciones de la breve media hora de folk metal de Celtian y de Opera Magna, cuto cantante se quejaba de no tener edad para cantar tan agudo cosas tan power metal como “El pozo y el péndulo” o “El corazón delator”. Tras ellos toda una institución como Blaze Bayley donde el ex de Iron Maiden atacaba un set list basado en los dos discos donde participó. Poco que objetar a su actuación y a temas como “Man of the edge”, “The clansman” o “Futurreal”. Nos faltó “The angel and the gambler” que sí interpretó en el finado «Rock the Coast» 2019 en Fuengirola. Tras el británico una de las bandas que más me apetecían ver. Y las buenas sensaciones en disco de los locales 91 Suite se colmaron en directo. Profesionales, serios y que desde el inicial “Times they change” hasta el final “Hard rain” demostraron ser de las mayores “puntas de lanza” del rock melódico en España. Estupendos.
Y de elegancia murciana a la del noruego Jorn, con un concierto para degustar con temas propios y versiones de Black Sabbath y Dio, terminando con “Rainbow in the dark”. Y presentada como “The Queen of metal” llegaba la mítica Doro que en una hora demuestra lo bien que funciona su metal clásico, tanto de Warlock como “Burning britches”, “Fur Immer” o “All we are” como propio con “Hellraiser” o el final con “All for metal”.
Y acercándonos a un plato fuerte como “Europe”, sabíamos que por la cancelación de Whitesnake, estarían sobre el Rock Imperium Stage hora y medio o lo que es decir, actuación completa. Y los suecos estuvieron apoteósicos con un Joey Tempest magistral de voz, un John Norum presentando enésimas guitarras, Mic Michaeli soberbio al teclado y la contundente base rítmica de John Leven e Ian Haugland. Desde el comienzo con “Walk the earth” hasta la conclusión con “Cherokee” y “The final countdown” todo fueron parabienes sonando en la tarde noche de Cartagena “Carrie”, “Rock the night”, “Superticious”, “Last look of Eden”, “Open your heart”, “Firebox” o “Ready or not”.
Una maravilla que tras su conclusión dejaba tiempo para el descanso esperando los primeros acordes del “Gas in the tank” de Scorpions, una de las novedades de su genial «Rock believer», del que escuchamos también “Seventh sun”, “Peacemaker” o ese nuevo himno que es “Rock believer”. Desde su fallida gira póstuma del 2014, pocas novedades hay en su set list ( y los he visto en seis ocasiones desde entonces), eliminando las del Lp anterior por el nuevo y alguna pequeña novedad como, en este caso “Please me, tease me” en vez de “Holiday” o “Always somewhere” pero los alemanes siguen funcionando como un metrónomo con un Klaus Meine mejor de voz que en las últimas giras, genial toda la parte de cuerda con un incomensurable Mathias Jabs, el espectáculo de Rudolf Schenker y gran Pawel Maciwoda, junto a un Mickey Dee que le da un nuevo color a la batería y a inmortales tonadas como “Rock yoy like a hurricane”, “The zoo”, “Make it real”, “Big city nights” o las baladas “Send me an angel”, “Still loving you” y un “Wind of change” con letra algo cambiada para homenajear a Ucrania. Los teutones siguen siendo colosales.
Tras ellos, llegaron Saurom que se metieron al público en el bolsillo pero al haberlos visto en infinidad de lugares y tener más oportunidades de seguir disfrutando de las evoluciones de su último álbum «Música» apenas pude escucharles las primeras cinco canciones por ir al tercer escenario a ver el íntimo directo de Oliver Hartmann y Eric Martin, con la sola ayuda de dos guitarras acústicas y sus voces, tocando unas cuantas de Mr. Big como “Superfantastic”, “Shine”, “take cover” junto a alguna versión como el “Wild world” de Cat Stevens.
Mucho gusto y clase que dejaba paso a una apisonadora como The Dust Coda presentando su “Mojo skyline” con maravillas como “Jimmy 2 times”, “Demon”, “Breakdown” o “Limbo man” que sirvió de perfecto colofón a un festival con un potencial enorme para convertirse en una de las citas en rojo en el calendario.
0 comentarios