De momento la fase 4 de Marvel no había arrancado demasiado bien con productos televisivos sobre personajes secundarios y tres películas no demasiado inspiradas pues ni «Viuda negra», «Shang Chi y la leyenda de los diez anillos» y “Eternals” llegaban siquiera al aprobado. Con este Spiderman por fin vuelve la épica de las películas de «Los vengadores» ofreciéndonos el primer título grande de esta cuarta fase.
“Spiderman: No way home” cierra la primera trilogía sobre “el hombre araña” que comenzó Jon Watts, tras su aparición en «Civil war», con «Homecoming» y continuó con «Lejos de casa». Estimables cintas donde Peter Parker era acompañado por otros personajes del Universo Marvel como Iron Man o Nick Furia. En esta tercera el que comparte protagonismo y desencadena los acontecimientos es el «Doctor Strange» y hay que reconocer que esta unión hace irresistible a estas nuevas aventuras del otrora fotógrafo (y ahora científico adolescente) en una serie de mundos y multiversos paralelos que enlazan con esa joya de la animación que es «Spiderman: into the spiderverse». Repite en el guion Chris Mc Keena junto a Erik Sommers, mejorando los resultados de las dos precedentes (y eso que estaban entretenidísimas, incluso a pesar del tono menor de “Lejos de casa”) y consiguiendo enlazar una trama nada sencilla de escribir pues con tanto villano, multiversos y tramas secundarias era fácil perderse, conseguir una obra ininteligible o no aunar espectáculo con una historia más o menos lineal sin recurrir a forzados “flashbacks” o a demasiada líneas de diálogo para narrar acontecimientos. Y sí, han logrado lo que pretendían pues las casi dos horas y media de duración pasan en un suspiro, hay un tono épico de producción grande de Marvel, los alivios cómicos resultan menos infantiles que en otras ocasiones y los momentos de nostalgia enlazando con las franquicias de Sam Reimi y “The amazing Spiderman” son de las que llegan a emocionar.
Y por fortuna, al buen “libreto” le secunda la acertada dirección de Jon Watts que eleva el tono de sus anteriores largometrajes sobre Peter Parker, manejando con soltura las escenas de acción filmadas a toda velocidad con el poso dramático de un argumento que comienza donde acabó “Lejos de casa” con el desenmascaramiento de la identidad del superhéroe que hace que no consigan entrar en la universidad ni él, ni MJ ni su amigo Ned. Intenta arreglar el pasado contactando con el Doctor Strange pero un hechizo mal ejecutado hace que regresen villanos muertos de toda la franquicia (Green Goblin, Doc Ock, Electro, Sandman y Lizard) a los cuáles Spiderman quiere curar de su mal consiguiendo que estos se escapen y puedan generar una hecatombe de dimensiones colosales al estar en un universo que no es el suyo. Sorpresas hay muchísimas (intentaré no desvelar demasiado) apareciendo hasta Daredevil entre otros antológicos personajes, con muertes importantes de esas que no se olvidan. Quizás como único pero no se da suficiente tensión con alguno de los malvados pues Lizard y Sandman apenas ofrecen momentos buenos.
En el aspecto técnico, se mantiene el perfil de cinta importante, uniendo efectos especiales de envergadura con un buen empaque urbano, cimentado en la fotografía de Mauro Fiore y la hímnica banda sonora de Michael Giacchino que potencian a loa actores donde como protagonistas tenemos al perfecto para el papel Tom Holland, acompañado por un eficiente Benedict Cumberbatch y el eficaz amigo de Jacob Batalon. Menos creible resulta Zendaya, con su estilo frío de interpretación y al que la edad empieza a no acompañar pues resulta increíble como adolescente.
Aun con estos ligeros errores estamos ante el filme que revitaliza la mortecina fase 4 de Marvel y que ha disparado la taquilla pues desde su estreno la venta de entradas está siendo mayúscula y la recaudación estratosférica como confirmaba alguien que trabaja en los multicines a los que suelo ir a ver los estrenos cuando me decía que con “Spiderman: No way home” la gente ha vuelto a ir al cine. Nos alegramos por ello.
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