No ha comenzado bien la fase 4 de Marvel en la gran pantalla pues al fiasco de «Viuda negra» se suma ahora este “Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos”, a las que hay que incluir “Falcon y el Soldado de Invierno” en serie, salvando de la quema bastantes momentos de “Bruja Escarlata y Visión” y «Loki». Mejor en televisión que en cine.
“Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos” acaba convertida en un híbrido de cine de acción convencional hollywoodiense con la tradición del cine fantástico chino que une las artes marciales y las tradiciones milenarias aunque están sean inventadas. Por lo tanto, deudora de esa joya titulada “Tigre y dragón” de Ang Lee a la que siguieron “La casa de las dagas voladoras” o “Hero” del gran Zhang Yimou, cuyo último trabajo «Sombra» no soportaría la comparación con la que nos ocupa. Aun así hay que reconocer que esos combates que parecen casi coreografías, con golpes imposibles, agarres que emulan pasos de baile y finales que nos recuerdan los movimientos de Tai- Chi son lo mejor de un filme desnortado donde el guion brilla por su ausencia, más preocupados por narrar lo políticamente correcto de las modas actuales en occidente que por elaborar una historia interesante que no se quede en los tópicos, donde los personajes que se consideran adecuados según los cánones de 2021 hagan y digan lo que se espera de ellos. Algo que distancia al espectador no comprometido con estos novísimos dogmas de fe ya que todo suena a falso e impuesto no como sucedía con las cintas antes mencionadas de Ang Lee o Zhang Yimou. Tampoco parece que su co guionista y director Destin Cretton pueda resistir la comparación pues su realización es desastrosa, sobre todo en las secuencias de más acción donde elige una edición que para, supuestamente, dotarla de más ritmo decide que cada plano dure una fracción de tiempo mínima con lo que es fácil perder la noción del espacio y no saber quien golpea a quien o como o en la lamentable batalla final no poder ver con claridad al monstruo alado que encarna el mal absoluto. Por cierto, en este tercer acto hay una clara copia u homenaje al universo Tolkien pues como Bardo a Smaug, también tenemos una única certera flecha.
Como no hemos leído el cómic no sabemos si han incluido varios personajes para lograr la paridad entre los protagonistas pero el personaje de Awkwafina resulta insoportable intentando ser el alivio cómico y la Xialing “empoderada” de Meng’er Zhang no sabemos si es tan hierática y poco expresiva por falta de recursos u opción de la producción. Como hemos dicho una líneas más arriba el principal problema es que todo parece falso, resultando forzadas las situaciones. Es cierto que Simu Liu cumple como protagonista acompañado como villano por el “actor fetiche” de Wong Kar-Wai Tony Leung, todo un seguro y Michelle Yeoh, inolvidable coprotagonista en “Tigre y Dragón”. Por allí aparece Ben Kingsley repitiendo su papel de actor fracasado de “Iron Man 3” para enlazar con esta franquicia de Marvel al igual que por otro par de escenas (incluida la de post créditos) se ofrece continuidad con el universo de «Doctor Strange».
En el capítulo técnico los efectos especiales cumplen aunque con abuso de los CGI, banda sonora estridente de Joel P. West que distancia un poco más y fotografía irregular de una persona casi siempre solvente como Bill Pope que resulta demasiado oscura en las secuencias nocturnas y sobre todo en la batalla final en un trabajo que no va a ayudar a relanzar la carrera del hawaiano Destin Daniel Cretton quien hasta ahora no tenía ningún título relevante en su corta filmografía y que demuestra que en Marvel, como en la industria cinematográfica actual, no priman como principal motivo el talento o haber tenido una notable trayectoria con éxitos recientes o películas con cierta repercusión. Hoy hay factores más poderosos.
Madre mía, qué horror de película. Mala es poco, Marvel ha perdido la cabeza y los papeles con esta soberana estupidez. La peor de Marvel. Mal vamos.
De acuerdo. No ha empezado bien la fase 4. Por lo menos en pantalla grande