El universo Marvel sigue explotando al máximo sus personajes, llegando a la saturación actual, desde que fue comprada por Disney, con todo tipo de películas y series. Desde esta perspectiva (y a pesar de que todas estén rodadas con holgados presupuestos) sí se pueden diferenciar en obras de más entidad y trabajos menores, entretenimientos más ligeros y con menor carga de epopeya. Eso no significa que sean ni mucho menos malos como ha sucedido con la segunda entrega de «Ant Man» o de «Spiderman». Cine más ligero y con menos pretensiones pero donde es imposible aburrirse.
En esta “Viuda negra” se intenta compensar su falta de grandeza (al no aparecer más personajes de “Los vengadores”) con una cierta carga ideológica, dejando la acción y los personajes positivos a las mujeres y la representación masculina a una patética figura paterna, egocéntrica y sin cerebro y un villano que se dedica a controlar y someter mujeres, sin que ellas puedan evitarlo. Una nueva perspectiva que podría resultar interesante si se hubiese plasmado en una dirección acertada como la de la primera «Wonder Woman», cinta con la que guarda algunos paralelismos la que nos ocupa. Aun así, no es la mayor de las inspiraciones la película de Patty Jenkins pues lo que planea alrededor de las más de dos horas y cuarto de duración es el espíritu de James Bond. De hecho, en un momento dado están emitiendo en un televisor “Monnraker”, aquella donde el agente 007 encarnado por Roger Moore acaba salvando el mundo de un villano que ha construido una estación espacial para dominar el planeta. No deseamos destrozar demasiado el argumento pero todo el acto final de “Viuda negra” juega en esa dirección (pues imaginamos que el Miyazaki de “El castillo en el cielo” no se encontrará en los homenajes del guion… aunque nunca se sabe).
El problema de este largometraje es su absoluta falta de coordinación es las secuencias de pelea, adoleciendo de la mínima emoción, limitándose a combates con planos de ínfima duración y montaje acelerado donde al final uno no sabe quien está golpeando a quién y cómo. Un defecto que poseían las primeras producciones Marvel de los hermanos Russo pero que han sabido ir mejorando hasta desembocar en su magno díptico «Infinity war» y «Endgame». Confiemos que su responsable, la realizadora australiana Cate Shortland mejore en futuros filmes, al provenir de historias más modestas. En algunos momentos parece que la edición pueda estar más creada por los productores que por la realizadora, por esos continuos cortes que hace que nos perdamos elementos fundamentales de las muchas localizaciones por donde se va enlazando el guion de Eric Pearson.
Como absoluta protagonista tenemos a Scarlett Johansson que cumple a la perfección con su papel, acompañada por una actriz al alza como es Florence Pugh, el televisivo David Harbour, la estupenda Rachel Weisz, aunque aquí no luzca tanto como en su último gran papel en «La favorita» de Lanthimos, y el malvado de la función Ray Winstone. Como curiosidad, al inicio y al final aparece brevemente la otrora estrella William Hurt, lo que nos hace considerar como Hollywood olvida a sus grandes talentos con la vejez aunque en algún breve momento se olvide esa máxima como el caso del merecido Oscar a Anthony Hopkins por su antológica interpretación en «El padre» de Florian Zeller.
“Viuda negra”, a buen seguro, no se encontrará entre las mejores obras del universo Marvel, situándose en el “furgón de cola” al confundir espectacularidad con encadenar planos, ritmo demasiado acelerado y una puesta en escena que resulta vacía y atropellada, lastrando la multitud de países y lugares que visita la producción, un reparto de enjundia y todas las posibilidades económicas que otorga una superproducción. Lo menos disculpable es que entre tanta confusión y prisa “Viuda negra” tenga tramos aburridos. Intolerable en una producción Marvel.
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