Esperaba lo que me encontré con la última película del teenager arácnido. Me habían hablado muy pero que muy bien de Spider-Man: Into The Spider-Verse (2018) (en España, ‘Un Nuevo Universo’) e incluso mi propia hija, a la que las aventuras de Peter Parker le importan un pimiento (no es el caso de la saga Vengadores), me pidió insistentemente ir a verla por lo que, siendo mi super-héroe favorito, os podéis imaginar el gustazo que me dió estar visionándola en pantalla grande a sabiendas del despliegue de medios e inventiva visual que ya se apreciaba en los trailers. Pero no adelantemos cosas.
He de confesaros mi dejadez para con las pelis del Hombre Araña, de la trilogía de Raimi tan sólo ví las dos primeras y ya la segunda me pareció sonrojante por momentos, las dos que vinieron después las ignoré por completo por lo vergonzante que se veían a través de sus trailers y, bueno, la de 2017, Spider-Man: Homecoming, he de decir que la tengo pendiente pues leí en su momento buenas críticas pero no he encontrado el momento. Ha llegado el momento (antes de que lo haga la nueva que se prepara para este año, Spider-Man: Far From Home (2019) de que os comente el buen sabor de boca y la reconciliación cinéfila para con un super-héroe por el que pasé tantas y tantas horas horas pegado a la ‘telaraña’ de sus cómics…
Unos pocos datos, escrita por Phil Lord y Chris Miller y dirigida por la triada: Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman, la peli es una adaptación animada de la línea de cómics ‘Spider-Verse’ en donde se muestra un mundo alternativo en el que varios personajes adoptan los poderes arácnidos de diversa forma.
Pues bien, en el caso que nos ocupa, la historia se centra en el personaje de Miles Morales, un adolescente obsesionado con Spider-Man e hiper-protegido por sus padres. El chaval siente que no encaja en ninguna parte a excepción de los momentos que pasa con su tío Aaron así que, pintando graffiti con el susodicho, es picado por una araña radioactiva y consigue sin querer lo que siempre había deseado. A partir de aquí, se las tendrá que ver con la muerte en su dimensión de Peter Parker por culpa de un destructor acelerador de partículas que el villano Kingpin está a punto de activar por unas razones más que cuestionables y hasta aquí puedo leer…
Pero esta reseña no quiero centrarla en un guión más que aceptable, que lo es, sino en lo entretenidísima que me ha parecido y en su factura y puesta en escena como si de la lectura de un cómic en tiempo real se tratase con formatos de viñeta en plano, cartelas, onomatopeyas, explosiones, bocadillos, etc,… A destacar también su estética urbana y hip hopera 80’s que me ha parecido un puntazo, así como su banda sonora en la que aparece Nicki Minaj y otros popes del hip hop bien entendido hoy en día. Y si esto ha sido un acierto, ¿qué os voy a decir del despliegue de imaginería visual que se han currado en todo momento?. Lo cierto es que cuando estaba en la sala me vino a la cabeza esa sentencia ceniza que reza eso de que ‘todo está inventado’, pues bien!, con secuencias tan acojonantes como la de la primera activación del Acelerador, la que sucede en otra dimensión y el lúcido despliegue visual de los títulos de crédito, lo cierto es que te quedas absolutamente atontao del gusto… Y si a eso le sumamos que tu propia hija (die hard fan de la saga Jurassic Park y World) se sube al coche, suspira y confiesa expontaneamente que ha sido la mejor peli que ha visto en su vida en el cine…’pues que pa’ qué’…
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