Tras la primera parte de «Infinity war» el cine de Marvel parecía haber encontrado el filme definitivo de superhéroes. Una epopeya donde buena parte de los personajes de la compañía luchaban contra un villano de entidad y nos dejaba con las ganas de ver la continuación, por lo que el siguiente largometraje se antojaba difícil de superar. Eso sí, a los seguidores de los Thor, Iron man o Spiderman les extrañaba la nula aportación de Ant man, por lo que se generaban unas expectativas con la segunda parte de las aventuras del «hombre hormiga», y más viendo el buen resultado que ofreció tanto en taquilla como a nivel de crítica de su primera película. Una vez vista, parece claro que el resultado no llega a los límites ni de «Ant man» ni de «Los vengadores», aunque ese tono menor que se le ha querido dotar a esta nueva historia en más de un momento juega a su favor resultando un divertido entretenimiento que se ve con agrado y hace olvidar los defectos que tiene «Ant man y la avispa». El más evidente vuelven a ser los malvados, pues no tienen ninguna entidad, limitándose a ciertos «clichés» más o menos infantiles.
La cinta intenta explicar el por qué el protagonista no ayuda a sus compañeros, tras su aparición en «Civil war» y aunque la explicación no es perfecta si puede considerarse válida y correcta, aunque la primera escena tras los créditos entronca con «Infinity war» y deja claro que en la conclusión de esta historia va a tener peso el personaje interpretado con buen tono por Paul Rudd, el cual tras una carrera sin alardes ha encontrado en Scott Lang el papel de su vida, acompañado por una Evangeline Lilly que no ha llegado en cine a las cotas que consiguió con su Kate Austin de «Perdidos». Una pareja bien secundada por actores que enriquecen el guion, firmado por nada menos que cinco personas, como el alivio cómico que es Michael Peña, el eficaz Bobby Carnavale y antiguas estrellas como Michael Douglas, Laurence Fishburne y una Michelle Pfeiffer que ilumina la pantalla en cada secuencia, junto al descubrimiento de Hannah John- Kamen. Ellos soportan el peso del libreto bajo la batuta de Peyton Reed, un realizador que llegó a la cúspide con el primer «Ant man», tras una trayectoria anterior sin demasiada enjundia como en la sobrevalorada «Abajo el amor», con una irritante Reneé Zellweger, «Separados», con una irritante Jennifer Aniston y «Di que sí», con un, para muchos, irritante Jim Carrey. Reed juega con la historia, dotando al conjunto con bastante humor blanco y unas conseguidas secuencias de acción y donde se agradece que los perfectos efectos visuales queden unidos al argumento y no destaquen sobre los diálogos apabullando sobre el resto. Y como no podía ser de otra forma en una superproducción, los técnicos son de primera fila, destacando la fotografía de Dante Spinotti, la correcta edición, el diseño de producción y la ambientación, junto a la banda sonora de Christopher Beck, muy en la linea de las películas Marvel, con temas hímnicos con mucha percusión.
«Ant man y la avispa» no estará entre las mejores de la poderosa compañía pero sirve como vehículo de escape, no provoca sonrojo y sirve como evasión a nuestra vida cotidiana. Que nadie busque profundos planteamientos ni malvados con enjundia como Thanos. Un correcto pasatiempo que sirve como anexo a la resolución de «Infinity war» y una recomendable propuesta para soportar los rigores del estío.
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