Sensaciones encontradas las que he sentido después del visionado de “Wonder Woman”, pues he visto buenas intenciones en su propuesta pero un resultado que no ha terminado de convencerme. Comencemos por lo bueno: Es de agradecer en el universo DC, las ganas que le ponen en intentar hacer películas más serias y adultas, lejos del humor y, en más de un caso, el infantilismo que acompañan a las producciones de Marvel, su gran competidora. Cine en muchos momentos que bebe de los clásicos y donde se intenta que los efectos especiales estén supeditados a la narración y que estos no copen el capítulo protagonista. En ello, “Wonder woman” no falla y sigue la línea marcada por las cintas de Zach Snyder para esta productora, lo cual se convierte en una virtud y un defecto. Virtud en las pretensiones y en un intento de que los planos sean más que el arquetípico plano- contraplano o un montaje de videoclip donde la secuencia más larga dure un nanosegundo, como puede suceder en las de el “Capitán América” de los hermanos Russo, donde en las peleas uno no sabe bien quien pega a quien. El problema de inspirarse en Zach Snyder es que el experimento puede acabar siendo un exceso de todo; de puesta en escena, de finales disparatados y planos que alejan del espíritu de la acción. Y eso es lo que le sucede a su realizadora Patty Jenkins, quien obtuvo un gran éxito con “Monster”, que inexplicablemente le otorgó el Oscar a Charlize Theron por una interpretación mejorable y que en su alegato final contra la pena de muerte no soportaba la comparación, por ejemplo, con el discurso de Susan Hayward en “Quiero vivir”, aunque todavía le queda un trecho a Jenkins para asemejarse a Robert Wise. El caso es que el filme adolece de entretenimiento para ser una cinta de acción, mucha cámara lenta y una heroína que acaba volando y destrozando edificios (herencia de Snyder) y un guion de Allan Heinberg, irregular a más no poder, con una primera parte en la isla de las amazonas bien tratada y que se ve con agrado pero que va decayendo según comienza la guerra mundial, aunque hay que decir que la primera batalla contra los alemanes atrincherados es fantástica. Aun así, Jenkins no consigue sacar todo el rédito a la producción con lo que acaba de resultar demasiado larga, ya que las dos horas y veinte minutos de metraje se antojan excesivos para lo que cuentan. Tampoco ayudan una efectos visuales bastante flojos para un presupuesto de este tipo, y eso sí que sorprende.
En lo que sí destaca es en la ambientación, pues intenta reflejar bien el momento que se vive en la Primera Guerra Mundial, lo que acaba de acercarla a un tratamiento más clásico, y para ello ayuda un reparto más que solvente, destacando una espléndida Gal Gadot, con un papel que parece hecho para ella y que la encumbrará definitivamente. Su interpretación es más que efectiva, dotando de muchos matices a su Diana y que tiene química tanto con su familia de amazonas, encabezada por Connie Nielsen y Robin Wright, como con el galán Chris Pine. Los villanos son divertidos, tanto la pareja de mal; Danny Huston y Elena Anaya como David Thewlis, aunque al final todos acaben resultando demasiado histriónicos, como villanos de la serie de Batman de los años 60, haciendo maldades y riéndose de sus atrocidades de forma sardónica. Da la impresión una vez vista que podría haber sido mejor película y aunque tenga el aprobado seguro que no han quedado sus responsables satisfechos del todo, aun así hay mimbres para que quede un genial cesto. Veremos en las siguientes entregas.
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