“Outlander” es una “rara avis” en la televisión actual al mezclar romance, ciencia ficción e historia con un toque de erotismo. Una combinación que empezó funcionando bien pero que con el paso del tiempo va resintiendo las acciones de sus protagonistas que desembocaban en la anterior cuarta temporada, sin duda la más floja hasta la fecha. La quinta eleva un tanto el nivel pero sigue teniendo lagunas en sus argumentos y roles principales.
Da la impresión de que estos capítulos sirven de transición a próximas aventuras centradas en la Guerra de Independencia contra los británicos, una vez el serial parece asentado en esa época de los Estados Unidos. En esta quinta, hay una lucha contra los “reguladores”, una facción encabezada por Murtagh que lucha contra la opresión recaudatoria inglesa que va desembocando en otras historias paralelas que terminan con el enfrentamiento con Bonnet, el villano que violó a Brianna, al que le falta la grandeza del “capitán de los dragones”, antecesor del primer marido de Claire y una nueva torsión de los acontecimientos al poder volver al futuro Roger, Brianna y el bebé de ambos (quien ha heredado los poderes de sus progenitores). Estos son los hechos principales que culminan en otra violación salvaje, tanto como la de Jamie, por Frank Randall, el personaje interpretado por Tobias Menzies. Todo es entretenido, pasa con rapidez y algunas tramas parecen casi conclusivas aunque la buena ambientación y el holgado presupuesto le otorgan puntos a favor.
En el debe, su irregularidad, ya que los argumentos parecen improvisados y se olvidan cosas más o menos importantes, vistas en el pasado, como sucede con la tía Jocasta, presentada como una terrateniente en Carolina del Norte, partidaria de la esclavitud, que de forma misteriosa cambia 180 º para resultar que su mayordomo negro es alguien a quien salvó, con quien tiene una especial relación de amistad y tener escondida una ridícula historia de amor con Murtagh. También aparece el sobrino desaparecido con los indios que protagoniza (junto a Roger) otro delirante episodio sobre el suicidio. Esa sensación de ir de menos a más se acrecienta, ya que la resolución sí está a la altura y deja ganas de más. Lo mejor sigue siendo el nudo central, con Jamie y Claire, cuyas acciones son las más interesantes, uno moviéndose entre los negocios, la política y las batallas y la otra como benefactora de la región, al compartir sus hallazgos médicos del futuro en pleno siglo XVIII.
Además la pareja formada por Sam Heughan y Catriona Balfe cada año se los ve más compenetrados y elevan el tono de las actuaciones, quizás por la buena descripción psicológica de Jamie y Claire Fraser, comparados por los menos desarrollados (y en algunos momentos insoportables) Roger y Brianna Mc Kenzie. Ellos son los puntos de anclaje sobre los que pivotan los secundarios, divididos en aliados y enemigos, con un cierto maniqueísmo “naif”, con buenos muy buenos y malos muy malos.
Confiemos que la prometedora sexta temporada vuelva a elevar el tono de un fenómeno televisivo que por lo que cuenta y la originalidad del cómo, merece un enorme respeto aunque lleve un par de años donde el tono medio haya bajado, comparado con lo narrado en Escocia, aunque con momentos que generan interés. Con todo “Outlander” sigue siendo una propuesta recomendable entre el innumerable catálogo de series.
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