Lo bueno que tienen los poetas es que su capacidad de síntesis. Pueden plasmar sentimientos muy profundos en una docena de palabras, y hacerlo de forma tan cercana que acabamos por interiorizar el mensaje. Sin ser un gran conocedor de su obra, hay una frase de Leonard Cohen que me encanta: “A veces uno sabe de qué lado estar, simplemente viendo quiénes están del otro lado”. Haciendo un paralelismo musical, yo hay veces que sólo tengo que saber de qué fuentes bebe una banda para intuir si me van a gustar o no. Estos tinerfeños se llaman Conflictivo, anteriormente conocidos como Barrio Conflictivo, en honor a cuatro mendas de La Txantrea que debían ser bastante buenos. ¿Cómo no me va a picar el gusanillo? Un, dos, tres… ¡Barri!

 

[divider]VIAJE AL SONIDO[/divider]

 

Sólo aparentar. Quien a su familia se parece, honra merece. No sé exactamente en qué, puede que, en el ritmo, si en la crudeza de las guitarras, pero instrumentalmente tienen un aire a No pongas el culo. Parece salido de una casete ochentera. Lo único que no encaja con Barricada es la voz, que me recuerda a los discos viejunos de Barón Rojo. Gran elección para inaugurar el disco debut, porque sirve como botón de muestra de lo que desarrolla esta banda canaria.

 

 

Las cloacas. Me estaré volviendo loco, pero los primeros compases son la versión punk-rock del Crazy Train, de Ozzy Osbourne. Sigo con esa sensación de estar escuchando un disco de mediados de los ochenta-principios de los noventa. La última estrofa de cada cuarteto tiene cierto aire a Lentejuelas. Fernando Madina es uno de esos tipos que no necesita presentarse, sólo con cantar un par de versos, sabes que Elvis ha entrado en el edificio. Uno de los ingredientes marcados en la receta de Conflictivo es que, sobre todo en los estribillos, le dan un aura épica. Vale, no es Ronnie James Dio, pero sí que, dentro de su rollo punk-rock, con más rock que punk, logran dar empaque a los coros.

 

 

Más volumen. Empiezan a lo Iommi, con ese guitarreo lento, entra la batería al galope y los acordes me traen a la mente A forest, de The Cure (la mejor canción que han dado los británicos). Abel no parece una voz estándar del rock. Cuando vocea Más volumen, suena casi, casi, a heavy metal. Eso sí, lo que tienen en común es esa aura añeja. Un punteo largo que aparentemente baja el ritmo, lanza la siguiente ráfaga de estrofas a todo gas. Creo que es la batería la que, desde la sombra, cambia el color del cristal con el que vemos la canción.

Noches de locura. Suena a creadores del rollo, Diamond Head, Black Sabbath. Las guitarras encima de una batería trotona y los trallazos de la los dedos a las cuerdas del bajo, que parecen retumbar debajo de las voces.

Nacido del infierno. Otro recuerdo a Lentejuelas. Instrumentalmente, las estrofas de esta canción se parecen a aquello de Las lentejuelas brillan demasiado / ya no alucinas a nadie / alguien te mima esta equivocao / tu rollo es puro montaje. La voz se ha quedado un poco más sola, con los coros en momentos más puntuales vuelve a transmitir ese rollo Obús / Barón Rojo.

 

 

Tiempos de rocanrol. Abel tira de agudos —dentro de los registros que abarca—. Esto no es una canción de entonar sin casi abrir la boca, esta canción se vocea, con la mandíbula desencajada y la frente perlada de sudor. Como cantar un gol en el descuento.

Burrito. El inicio más ramoniano del disco, a lo Glad to see you go. El bajo suena punky, las guitarras muy rock, la batería es un caballo desbocado y la voz tiene rasgos metal. Es como si se hubiera cogido lo mejor del rock estatal ochentero-noventero y se hubiera pasado por el tamiz del tiempo después de una fusión.

Roncanrol obrero. Partiendo de una especie de Blanco y negro acelerado y pasado por un filtro a lo Reincidentes, sacan uno de esos estribillos que nos dibuja una sonrisa esto es sólo rocanrol / guitarra, bajo y batería / se le pone una voz / vino tinto y cerveza fría. Con el rollo del Vamos muy bien, de Obús, aprendemos que no podemos tomarnos muy en serio a nosotros mismos.

 

 

Viaje al sonido. La que da título al disco casi para el final. Cuarentena, en Eres piara, tienen un rollo parecido en la parte instrumental, porque en las voces, lo mismo en la forma de encajar las estrofas encima de los instrumentos que en la tonalidad de la parte vocal difieren totalmente. La guitarra, en las estrofas, cambia los acordes extendidos en el tiempo a por una especie de machaqueo a juego con el bajo, encajado a presión entre bombo y caja.

Símbolo de destrucción. Un rock de los que evidencian sus orígenes jazz o blues, pero con la potencia de Cuerdas de acero (vale, nombro mucho a los Barón Rojo, pero estoy sugestionado por la voz de Abel). En vez de haber un minuto para el solo, los punteos azotan en el puente, que sirve de transición a un rock en plan Boikot, los Reincidentes (por no mentar de nuevo a Barricada) …

 

Temas breves, algo más de media hora para meter diez canciones, un disco como está mandado. Sabiendo que la mera existencia de la banda es un homenaje a Barricada, ¿cómo no meterle mano al disco? Conflictivo es otra banda viajera en el tiempo, que no parecen de esta década, ni de la pasada, ni de la anterior. Mucho rock, algo de punk y un aura metal.

 

 

 

Para los convencidos, enlaces de la banda.

 

Facebook https://www.facebook.com/Conflictivoficial

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YouTubehttps://www.youtube.com/watch?v=1cDpXXRm0DE&list=OLAK5uy_lOCN5zmilQJZwC3xN6ns00DP0dM1EUMWA

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CONFLICTIVO – VIAJE AL SONIDO

by: Teodoro Balmaseda

by: Teodoro Balmaseda

Escritor de ficción y crítico desde la admiración. Si te gustan mis reseñas, prueba 'Buscando oro' en tu librería o ebook.

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