Dentro de la política de empresa de la todopoderosa Disney debe existir una única máxima: ganar todo el dinero posible y a ser posible acabar con la competencia. Una primera parte loable y una segunda más discutible. Cuentan que Tom Hopper osó intentar competir en fechas contra «El rey león» con su musical «Cats». El resultado de todos es sabido, masacrando inmisericordemente a los “gatos jélicos”. A saber lo que hay de verdad.

El caso es que dentro del engranaje para generar más dólares, aterriza en España Disney +, con la sana intención de competir con otras plataformas de “streaming” más asentadas. Su principal apuesta son unas cuantas series y películas en exclusiva y los clásicos de la casa matriz, Pixar, Marvel, Star Wars y National Geographic, buscando como público objetivo familias, jóvenes, adolescentes y niños. Una de esas cintas que solo se puede ver aquí es la nueva versión de “La dama y el vagabundo”, rodado en acción real con efectos visuales sobre los animales. Una opción que cada vez tiene más presencia y fuerza, pues el pasado año aparte de la antes mencionada “El rey león” pudimos ver en pantalla grande «Aladdin» o «Dumbo». Esta se estrena de forma directa en la televisión. Y se entiende, pues a pesar de ser un producto técnico digno queda lejos de las producciones citadas unas líneas más arriba. Imaginamos que así lo ha entendido Disney, que ha encargado la dirección a Charlie Bean, un animador que hasta ahora solo tenía como largometraje “Lego Ninjago”. Su trabajo es pulcro, aunque en más de un momento se noten los CGI y no resulten creíbles.

En el guion, todo se ciñe a la idea que siempre ha tenido la compañía del “Ratón Mickey”: apelar a la nostalgia y no molestar a los grupos de poder, evitando así la crítica. “La dama y el vagabundo” consigue las dos cosas, pues en la primera, como ejemplo, copian plano por plano la secuencia más famosa de la original de 1955, con los dos perros comiendo su plato de “spaghetti” con albóndigas mientras el dueño del restaurante y su ayudante les ofrece una serenata. La historia no cambia demasiado, como sí sucedía en “Dumbo”, donde se imponía la visión de Tim Burton a la de los ejecutivos. Lo que sí varían son los personajes, pues tenemos pareja interracial que tienen una niña en vez de un niño, aparecen asiáticos e hindúes, el perro de la vecina es Jacqueline y no Jock, el carro del perrero es parado por “Reina” y no por “Triste”. Multiculturalidad y empoderamiento femenino. Los nuevos tiempos. Lejos de los de Walt Disney, un racista de cuidado, sólo hay que ver como trataban a los cuervos del “Dumbo” original o la delirante “Canción del sur” (que, por cierto, no aparece en el catálogo para evitar espectadores ofendidos. Aunque tampoco aparece “El dragón del lago de fuego”, uno de los Disney más trasgresores). Un tema que reproducía con mucha gracia Spike Lee en “Infiltrado en el KKKlan”, donde los miembros del supremacista grupo estadounidense veían todos juntos “El nacimiento de una nación” de Griffith o se hablaba del odio a los negros del fundador de una productora que con los años se ha consolidado como la más importante entre todas las “majors” americanas, sea en animación o en ficción.

Parece claro que el dinero no tiene ideología y con el poder todo se puede olvidar, sea un pasado discutible o aborrecible. Todo en aras de lo políticamente correcto. Como sucedió con Alemania a la que se le condonó buena parte de su deuda tras la Segunda Guerra Mundial, lo que consiguió que pudiese despegar, difícil de otra forma, y convertirse en la potencia económica que es hoy, cosa que tras el batacazo previsto por el Covid- 19 niega ahora a los países meridionales, con los anhelados “Coronabonos” o “Eurobonos” que conseguirían mitigar el cataclismo laboral y económico que se espera en países como Italia o España, al ser los más afectados por la pandemia que llegó desde China.

 

 

 

 

La dama y el vagabundo

by: Jose Luis Diez

by: Jose Luis Diez

Cinéfilo y cinéfago, lector voraz, amante del rock y la ópera y ensayista y documentalista con escaso éxito que intenta exorcizar sus demonios interiores en su blog personal el curioso observador

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