Tras el éxito de Verano 1993 Carla Simón regresa con otra historia sencilla basada en los sentimientos. A ver cómo lo digo. Me resultó una película interesante y bien intencionada. Esa defensa de la vida del campo me parece muy elogiable. También es encomiable esa naturalidad cercana al documental que destilan sus personajes. La historia no es gran cosa (nada de salvar al universo contra un maligno venido del espacio exterior ni gilipolleces por el estilo). Alcarrás es de esas películas que te tocan la fibra a base unos personajes muy bien definidos y una naturalidad realmente sorprendente. Unos personajes que oscilan entre la frustración y la desesperación ante un futuro poco halagüeño. Me agradó cómo el film va mostrando la inexorable desaparición del mundo rural ante nuestros ojos como si de un documental se tratara. De hecho, su sublime escena final me parece una alegoría de cómo nos estamos cargando no sólo la economía sino todo el planeta. Así pues, podría parecer que Alcarrás es una gran película, emotiva y con un mensaje más que necesario. Sin embargo, el film de Carla Simón comete un terrible pecado mortal: aburre.
Me explico, todo lo bueno anterior (las interpretaciones, la naturalidad, el mensaje en defensa del medio rural) se va al traste debido a un ritmo excesivamente lento y un metraje excesivo. La reiteración de situaciones y la duración superlativa de muchas escenas hacen que el espectador (al menos, este que escribe) se aburra. Pero un aburrimiento terrible de los que hacen época. Y mira que intenté seguir conectado a una historia que creo interesante pero Alcarrás aburre y echa por tierra todos sus logros (que no son pocos).
Debería haber un mandamiento grabado a fuego en la cabeza de todos los directores del mundo: NO ABURRAS. Da igual lo que cuentes, pero no aburras. Cuando el espectador ve que la trama no avanza con planos eternos que no aportan nada… da igual que el tema sea muy interesante o los actores lo borden. El tedio es algo a evitar en el arte y todavía más peligroso en todo lo audiovisual. Al film de Carla Simón le sobran (como poco) 30 de sus 120 minutos. Media hora, nada más y nada menos, que se hace eterna y ralentiza el desarrollo de la trama. Verano 1993 duraba 97 minutos y no era tan aburrida. Ya lo decía Kubrick, en la sala de montaje no hay que tener piedad: si una escena no aporta nada, hay que eliminarla sin importar el tiempo o el dinero que te costara rodarla. Carla Simón tiene buenas intenciones y posee sin duda una mirada personal, sólo debe aprender a recortar escenas.
Por muy naturales que resulten los personajes y muy loable que sean sus intenciones, Alcarrás me resultó una experiencia agridulce. Una pena.
0 comentarios