Tras la presentación del cortometraje «Match» de Víctor Basallote realizado en los Cines Jerez de esta localidad gaditana hemos podido visionar unas cuantas muestras de este cine en pequeño formato dirigido por distintos directores, demostrando el buen momento por el que pasa la provincia de Cádiz en cuanto a obras cinematográfica se refiere.
Lo curioso es que los cuatro cortos que nos han llegado juegan con la denuncia social. Cine comprometido rodado con pocos medios, con sus limitaciones pero que intentan superar el prisma local para tratar temas más globales o parafraseando a Hegel pasan de lo particular a lo universal.
Cosa que sucede en “3 días de enero” de Javier Marchante, firmando con el heterónimo de Shankara, que al ver su título recordamos la cinta de Juan Antonio Bardem “7 días de enero” aunque aquí no se trate del asesinato de los abogados laboralistas de Atocha sino el crimen perpetrado por la policía franquista sobre Enrique Ruano. Como se puede observar, variaciones sobre el mismo tema.
Marchante, como el autor de “Muerte de un ciclista” o “Calle Mayor, no busca la equidistancia tomando partido a favor del bando del reprimido con una puesta en escena que nos recuerda al cine de Costa Gavras o Marco Bellochio en sus cintas más políticas aunque el intento de tapar el incidente pueda hacernos pensar en “El caso Almería” de Pedro Costa o “El crimen de Cuenca” de Pilar Miró. Cine- denuncia en estado puro, filmado sin presupuesto aunque con nombres importantes pues entre los secundarios aparece Bruto Pomeroy, coordinador técnico de la Escuela de Cine de la Universidad de Cádiz o El Gran Wyoming entre los agradecimientos.
Del tándem César Déneken y Antonio Rodríguez nos llegan dos muestras de sus últimos trabajos.
Y el primero no puede ser de más actualidad pues “El tabique de las lamentaciones” trata el conflicto israelí- palestino en primera persona pero también las desigualdades del capitalismo. Como en el anterior, Rodríguez y Déneken ofrecen una visión donde dejan claro su punto de vista pues no hay palabras en los tres primeros minutos, sólo incomunicación en un mundo donde los pobres deben dinero a la comunidad y malviven mientras los judíos ricos bloquean el ascensor con su opulenta compra, sin parar de molestar y tirando la comida que el otro necesita. Crítica social que comienza con una larga secuencia en picado con alguien que desconocemos en ese momento empujando un carro de la compra con una banda sonora de reminiscencias orientales.
“La teta” mantiene ese tono maniqueista de ricos y pobres aunque, como sucede en “El tabique de las lamentaciones” escondido bajo una falsa equidistancia. Algo que no tiene que ser malo “per se” pues lo hemos podido observar en algunos largometrajes de Pasolini o de Joseph Losey. De hecho, es sencillo encontrar en “la teta” referencias a “El sirviente”. Un duelo entre una limpiadora inmigrante y su señora que quiere trasmitir la hipocresía de los ricos. A favor en ambos cuentan con unos ingeniosos finales (más la divertida puya a los medios de información y sus noticias no del todo verdaderas).
El último es “Certeza” que nos llega de mano de su ayudante de dirección Francisco José Pineda aunque lo dirige Víctor Martínez. Protagonizado por Rafaela Gallardo nos habla de la soledad de los ancianos y entre muchas candidaturas aparece en el Shorty Week o el “Agarra la vida” donde estuvieron a punto de ganar.
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