The Rolling Stones están de vuelta y hay que quitarse el sombrero ante estas leyendas. Así de claro. Ya lo dije hace poco, no hay nada que exigirles a estos señores que rondan los ochenta años, bastante tienen con seguir vivitos y coleando. Supongo que la genética, la suerte y las sustancias de calidad habrán tenido algo que ver.  Cuando ya nadie esperaba un nuevo LP de sus satánicas majestades (18 años nos separan de aquel A Bigger band) llega este Hackney Diamonds en el que se muestran con unas ganas terribles de seguir dando guerra. No es un LP que llegue a la altura de sus mejores años, ni mucho menos, de aquella época hace ya 40 años, aunque es un disco muy digno.

Escuchando Hackney Diamonds uno no se puede creer que estos tipos tenga la edad que tienen. Las canciones desprenden una energía, una rabia y una vitalidad que ya quisieran sus nietos. No inventan nada, su época pasó, pero con Hackney Diamonds demuestran que nadie rockea como ellos (y menos a su edad). Ahí están esas raíces blues, las guitarras afiladas de Keith Richards y Ronnie Woods y los alaridos de Mick Jagger. Debo destacar el trabajo de producción de Andrew Watt, un pipiolo de 30 años que ni había nacido cuando estos tipos parían sus mejores canciones. Los Stones suenan menos sucios, quizás demasiado pulidos, pero siguen siendo los Stones.

 El primer avance, Angry, me recuerda demasiado a Start me Up, un tema que no me dio muchas esperanzas, por suerte, hay temas mucho mejores. Sin ir más lejos, Get close, Whole Wide World y Depending of you me gustan, sobretodo los arreglos orquestales del final de esta última. Cierto, no aportan nada nuevo a su muestrario pero no suenan a pastiche ni a ‘quiero y no puedo’. Está claro que esta vez no han intentado ser modernos ni sumarse al carro de estilos ajenos a su mundo. Nada de intentar hacer reguetón ni música electro latina. Van a lo suyo. También me sorprende para bien Bite my  head off, un tema muy rápido y rabioso en el que apenas se nota que es Paul McCartney quien toca el agresivo bajo. Las típicas melodías a las cuatro cuerdas de McCartney no tienen cabida aquí. Lo que queda claro es que se lo pasaron muy bien grabando el tema. Es que Satán Jagger se los come a todos. Esa voz suena tan genial como siempre, por este Dorian Grey del rock no pasan los años. Hay quien dice que han usado autotune para mejorar la afinación, ni idea. Ni que decir tiene que los riffs de Keith Richards no tienen la pegada de los de antaño aunque siguen siendo resultones. Incluso la típica balada que Keith se reserva para sí mismo, Tell me Straight, me parece de las mejores que escribe en mucho tiempo, hasta queda bien esa gastada voz incapaz de afinar.

 Hackney Diamonds incluye contribuciones de otras vacas sagradas por méritos propios como Stevie Wonder y Elton John a los que, lamentablemente, apenas se les distingue. Sus partes las podrían haber grabado cualquier músico de sesión y no creo que el resultado hubiera sido muy distinto, pero el diablo Jagger sabe que tal cosa les hubiera dado mucha menos publicidad. Más sabe el diablo por viejo que por diablo. La que sí deja su impronta es Lady Gaga en Sweet Sounds of Heaven, el mejor tema del LP para un servidor. Me encanta ese toque gospel y el parón soul a mitad del tema para regresar y acabar en todo lo alto en una orgía sonora. Por no hablar de ese Jagger aullando como un loco en una especie de juego pregunta/respuesta con una desquiciada Gaga. Por temas así vale la pena recuperar estas viejas glorias en plena forma.

 Han recuperado partes de batería de Charlie Watts, fallecido en 2021, en la ochentera/discotequera Mess It Up (una especie de sucedáneo funk de Miss you con un falsete adictivo de Jagger) y en la sensacional Live By the Sword, en la que también colabora el ex bajista de la banda, Bill Wyman. Steve Jordan, amigo y colaborador de Richards desde hace mucho tiempo, ocupó el puesto de Watts y consigue que el ritmo del grupo no se pare. Para acabar se han guardado, Rolling Stone Blues, una versión de Muddy Waters, una de sus mayores influencias. Un final muy apropiado que hunde sus raíces en el pasado.

 No todo va a ser positivo, la country Dreamy Skies me recuerda inicialmente a Wild Horses, con ese blues a base de armónica y guitarras acústicas, me resulta demasiado obvia aunque tiran de experiencia y salvan el tema dejándolo en pasable. También me parece solamente pasable Driving Me Too Hard, quizás llegue muy tarde en el setlist, cuando el oyente ya está un poco saturado de esas guitarras chillonas marca de la casa Stones. Nada grave. Vamos, de 12 canciones el nivel baja un poco en 2, es un ratio que cualquier artista firmaría con sangre y con los ojos cerrados.

Una vez escuchado el disco unas cuantas veces, puedo decir que Hackney Diamonds no tiene rellenos (un acierto dejarlo en 12 temas) ni el interés decae peligrosamente (tal y como pasaba en su últimos lanzamientos), siendo un disco realmente sólido. The Rolling Stones han decidido dejar de vivir de las rentas, bravo por ellos.

The Rolling Stones: Hackney Diamonds

by: Luis Cifer

by: Luis Cifer

Luis Cifer, nació en la ciudad del cierzo. Se dice que siempre viste negro, que Luis no es su nombre real y que duerme en la calle. Otros dicen que tiene un trabajo, que no bebe alcohol e incluso que es padre de familia, pero no hay nada confirmado. También se le puede encontrar en su blog de cine.

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