El sacrificio al que aludía el título de la última película de Andrei Tarkovsky era la pérdida de cordura del protagonista Erland Josephson. Una forma de purgar los pecados de un mundo condenado a la desaparición que acababa en la locura, bailando frente a su casa en llamas.
Es curioso pero a pesar de encontrarse en las antípodas cinematográficas “Sacrificio” de Tarkovsky y “Llaman a la puerta” tienen más de un paralelismo en el argumento. Aquí lo que se expone es otra decisión imposible en una familia para evitar el inminente apocalipsis. Basado en una reciente novela del escritor de género Paul Tremblay titulada “La cabaña del fin del mundo” (nada que ver con la cinta de mediados de los setenta de Stewart Rafill), le ofrece a M. Night Shyamalan una nueva forma de ofrecer otro ejercicio de cine de intriga en prácticamente un solo escenario, más cercano a «La visita», “Múltiple” e incluso a «Tiempo» que a «Glass», por citar sus últimas producciones desde que volvió a tener repercusión el realizador indo estadounidense.
“Llaman a la puerta” gustará a los seguidores de Shyamalan pues mantiene esa tensión que suele mostrar en sus guiones aunque, en esta ocasión, no tenga ningún giro argumental de esos que suelen epatar aunque sí nos ofrece algunas “vueltas de tuerca” propias en el autor de “El sexto sentido”, manteniendo alguna de las constantes de su filmografía, con la poderosa naturaleza generando catástrofes y un próximo fin del mundo como sucedía en “El protegido”, en “Señales” o en “El incidente”. Además aderezado con su estupenda puesta en escena, con grandes planos y secuencias largas que consiguen generar tensión, lo cual tiene mérito pues todo se desarrolla en una única localización, junto con unos flash backs del pasado de los personajes. Está claro que Shyamalan sabe dónde colocar la cámara siempre junto a unos diálogos que juegan entre la moralidad y el terror. Personas normales y de buen fondo en situaciones horribles que deben luchar por su supervivencia.
Y todo con un capítulo técnico admirable con la correcta fotografía de Jarin Blaschke y Lowell A. Meyer representando la belleza de los bosques de Baltimore (como sucedía, por ejemplo, en “El bosque”), la banda sonora de Herdís Stefándóttir o la edición de Noemi Katharina Preiswek que se suma a un elenco que también funciona donde el único nombre conocido es el Dave Bautista, cada vez más asentado en producciones hollywoodienses tras dejar una carrera dedicada al “pressing catch” que se suma a Jonathan Groff (protagonista de esa joya de la televisión que fue la serie «Mindhunter») y Ben Aldridge como papeles más destacados.
Sin ser de lo mejor de M. Night Shyamalan “Llaman a la puerta” sigue demostrando el buen momento que vive el creador de Baltimore, tras un declive después de los fracasos de “La joven del agua”, “Airbender” y “After earth” donde gracias a Blumhouse regresó a la primera línea. Ahora deja la compañía de Jason Blum para firmar con una “major” como Universal aunque sigue con presupuestos contenidos, en pocos escenarios, efectos especiales efectivos pero lejos de superproducciones tipo Marvel y un cine más basado en el guion, la realización clásica y en tratar al espectador con cierto respeto. Lo cual se agradece en estos tiempos convulsos que nos ha tocado vivir en el aspecto cinéfilo dominado por lo políticamente correcto, la censura, la cancelación y en rodajes con mucho envoltorio, basado en el protagonismo de los efectos visuales y con montajes con planos cada vez más ínfimos.
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