El cine que mezcla acciones bélicas y heroísmo ha llegado este año al paroxismo con “Top Gun: Maverick”, estimable intento de reverdecer viejos laureles para Tom Cruise y que ha acabado con una sorpresiva nominación como mejor película, cosa que sucedió en 2017 con el «Dunkerque» de Christopher Nolan o sin el oropel de los galardones el «Midway» de Roland Emmerich intentando reeditar el éxito del “Pearl Harbor” de Michael Bay.
Este “Devotion: una historia de héroes” bebe de todas esas historias y a pesar de ser un “biopic” y estar basado en un libro sobre el primer aviador negro en el ejército de los Estados Unidos no ofrece demasiadas sorpresas ni a nivel técnico ni artístico. Una historia de superación mil veces vista en la gran pantalla donde el protagonista debe lidiar contra los prejuicios y su inexperiencia para convertirse en héroe. Y entre batalla y batalla se nos intenta cimentar el drama contando la abnegada vida de su esposa, su relación con su compañero y amigo y algunos problemas que tiene con otros miembros de infantería o la importancia que otorga el uniforme aunque eso suponga alguna bochornosa secuencia como la invitación al casino por la mismísima Elizabeth Taylor, cosa que a buen seguro sucedió pero que está mal narrado. Quizás es lo único que sonroja en el guion de Jake Crane y Jonathan Stewart, por otro lado escrito sin alardes y de forma clásica.
Tampoco ayuda la dirección de J.D. Dillard quien apenas mantiene un poso de emotividad, limitándose a una realización aséptica y gélida. Y eso puede estar bien si se supedita a los efectos especiales pero estos tampoco son brillantes. Así que si unimos un guion previsible y frío con una dirección rutinaria pues nos queda una producción mediocre donde no se puede decir que sea horrible y técnicamente sin ser nada del “otro mundo” sí resulta digna desde el punto de vista formal, con una fotografía correcta de Erik Messerschmidt o la banda sonora de Chanda Dancy que funciona pero que bucea en todos los tópicos de este tipo de filmes bélicos. Hay técnica pero no alma en este “Devotion: una historia de héroes”.
Lo mismo sucede con los intérpretes encabezados por Jonathan Majors y Glen Powell quien cumplen con sus papeles pero a los que no les notamos ese punto de héroes que deberían tener sus personajes. Ni siquiera en la escena crucial con el accidente del avión. Sus rostros y movimientos resultan hieráticos e inexpresivos, al igual que el único rol femenino de importancia como es la esposa del militar afro-americano de Christina Jackson. Aquí tampoco funciona la dirección de actores de Dillard que se limita a que sus actores no destaquen sobre el resto.
Una pena porque es un argumento que daba para mucho más en manos más expertas porque no es sencillo aunar un guion y una dirección convincentes con unos efectos especiales de categoría. En este “Devotion” todo es inane y ni siquiera los efectos visuales destacan pues en más de un momento se notan las costuras de unos CGI no muy verosímiles, sobre todo cuando disparan desde tierra a los aviones.
De todos modos no es ni de lejos la peor producción que hemos visto sobre la Guerra de Corea pues la palma es posible que sea para “Inchon” donde con un reparto de campanillas y un buen artesano como Terence Young llevaron al largometraje a arrasar en los Razzies de 1981 aunque es cierto que la culpa de ese despropósito la tenía el auténtico responsable que no era otro que el líder de la “Secta Moon” que deseaba hacer un vehículo para poder criticar a gusto a los comunistas norcoreanos. Su resultado pasará a la historia de los horrores fílmicos, cosa que “Devotion: una historia de héroes” sorteará sin problemas. Un producto condenado al olvido.
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