Cinta con pocos actores y en un único escenario, lo que es peligroso pues es sencillo caer en el teatro filmado aunque el pasado año nos llegaba una lección de cine en una sola localización como fue «El padre» de Florian Zeller, un duro drama que bajo la óptica del cine de terror nos hablaba del alzheimer y la demencia senil. Esos mismos atributos encontramos en “Mass” pues el debutante Fran Kranz esconde su argumento durante la primera media hora ofreciéndonos pistas que van preparando al espectador hasta desvelar el misterio: una tragedia donde se encuentran inmersas dos parejas. Unos padres que quedan para hablar y perdonarse sin necesidad de encontrarse un mediador en la sala. A partir de ahí, comienza un caleidoscopio de sentimientos y reproches de dos familias devastadas por el terrible acontecimiento que van encauzando buscando el perdón y poder seguir adelante con sus vidas. Una misericordia que envuelve las casi dos horas de metraje y donde Kranz acierta al forzar el encuentro en una iglesia que ninguno de los dos matrimonios conoce.
Una historia la de padres enfrentados por sus hijos que pudimos ver en la sátira “Un dios salvaje”, tanto en la obra de teatro de Yasmina Reza como en la posterior película de Roman Polanski aunque en “Mass” no hay espacio para el humor ni la ironía, sólo para el dolor lo que le acerca a títulos como “El dulce porvenir” tanto en la novela de Russell Banks como en el maravilloso largometraje de Atom Egoyam (incluso en el “Aflicción” de Paul Schrader aunque la muerte de los niños era una anécdota para entender la dureza de carácter del personaje del sheriff interpretado por Nick Nolte). Como sucede en los filmes con pocos decorados es fundamental que la cámara no se limite a hacer teatro filmado y que el reparto sea creíble. En ambos casos Kranz sale victorioso.
Y no es sencillo pero el guion juega con la intriga de lo que ha podido suceder en su larga introducción sobre una calma aparente pero que por el nerviosismo de algunos secundarios sabemos que nos enfrentamos a algo grave. La llegada de los dos matrimonios también se basa en esa baza de la calma tensa hasta que nos enteramos de lo que ha sucedido y el motivo por el que están ahí. A partir de ahí lo que se intenta es que comprendamos el dolor de los cuatro progenitores, tanto los del hijo agresor como los del agredido (preferimos no contar demasiado del “libreto” por no destrozar la sorpresa aunque ese no sea el punto central sobre el que pivota “Mass”), aunque se agradece que no haya grandes estallidos de rabia ni golpes o arrojar muebles u objetos. Eso consigue que el drama se acreciente y podamos intuir el dolor sufrido por el desolador hecho.
Es cierto que Kranz ha podido reducir algunas escenas pues con menos tiempo podía haber contado lo mismo pero tampoco molesta en exceso. Y más con las maravillosas interpretaciones, algo en principio lógico pues Fran Kranz viene del mundo actoral y aunque no sea conocido tiene papeles importantes en filmes conocidos como “La cabaña en el bosque” de Drew Goddard o la fallida «La torre oscura». Para ello ha contado con un reparto más que solvente donde todos funcionan tanto en la parte masculina con Jason Isaacs y Reed Birney como, sobre todo, en la femenina con una Martha Plimpton que tuvo su momento tras “Los Goonies” hasta “Beautiful girls” en los noventa, con papeles para Peter Weir en “La costa de los moosquitos”, Sidney Lumet en “Un lugar en ninguna parte” y hasta con Woody Allen (lo que entonces significaba ser intérprete importante) en “Otra mujer”. Y, por el otro lado, una excelente secundaria como Ann Dowd (la Tía Alice en «El cuento de la criada») que logró por este trabajo una merecida nominación como secundaria al Bafta.
Todos consiguen que este título en principio menor por presupuesto se eleve por encima de la media y se convierta de interés no sólo para el cinéfilo sino para el interesado por estas formas alternativas de resolver conflictos fuera del marco procesal.
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