De Stephen King se han hecho versiones de casi todas sus novelas o historias cortas, con mejor y peor suerte, desde clásicos del terror como “Carrie”, “It”, “La niebla” o “Christine”, pasando por el misterio de “Misery” hasta dramas carcelarios sin (“Cadena perpetua”) o con toque fantástico (“La milla verde”). Mínimos ejemplos para la trayectoria de un escritor prolífico donde los haya y con tantas adaptaciones al cine, por lo que “La torre oscura” es un proyecto ambicioso, ya que es una saga de ocho libros con seguidores a lo largo y ancho del orbe.
El problema de resumir varios capítulos del serial en un largometraje – y en este caso más, pues su duración es una escasa hora y media – es, que nadie va a terminar contento, pues los “fans” echarán de menos muchas cosas y los no lectores se perderán al no estar explicado todo. Es lo que sucede aquí donde la difícil misión consiste en resumir tres libros en tan corto metraje. Lo mismo que sucedía en la fallida “Alatriste” de Agustín Díaz- Yanes, donde acababa resultando imposible seguir el hilo de la narración. Parece claro que esta es la presentación fílmica de la próxima serie que abordará las ocho novelas. Guion perpetrado por dos de sus productores; Akiva Goldman y Jeff Pinker, junto al director y su co- guionista habitual. Y la verdad, es que han hecho lo que han podido, a ratos entretenida, a ratos confusa, ya que no presentan personajes ni tribus que aparecen, además del error de plantear la trama desde el punto de vista del niño (Jake), en vez del pistolero (Roland), por lo que acaba resultando un extraño pastiche entre “La historia interminable”, “El señor de los anillos” y el western, cosa divertida esa de mezclar la fantasía con el cine de vaqueros, como sucedía en la malograda serie de Joss Whedon “Firefly”, con el oeste unido a la ciencia ficción.
Tras, imagino, varios descartes, la dirección ha recaído en el danés Nikolaj Arcel, que hace unos años acabó nominado al Oscar al mejor filme en habla no inglesa por “Un asunto real” pero que supongo que ha sido contratado por un éxito del cine adolescente como “La isla de las almas perdidas” que plantea una puesta en escena clásica, donde los decorados no “chirrían” demasiado y en los que establece una buena distopía entre Nueva York y el Mundo Medio. En su debe, abusa demasiado de los tonos sombríos y lúgubres en los territorios fantásticos, por lo que la fotografía de Rasmus Videbaek acaba resultando demasiado oscura, defecto en auge en muchas producciones hollywoodienses desde el “Seven” de David Fincher. En la interpretación pasa “tres cuartos” de lo mismo, destacando Idris Elba como el pistolero Roland, demostrando el buen momento actoral en el que se encuentra, elevándose entre los correctos trabajos del joven Tom Taylor o Katheryn Winnick, muy alejada de su rol en la serie “Vikingos” y un extravagante Mathew Mc Conaughey que encarna un extraño villano, que en más de un momento parece ir por libre, con un exceso inimaginable de histrionismo.
Todo gira en torno a la mediocridad en este producto de consumo rápido, hasta los efectos especiales. A momentos pasable, en otros aburrida y que parece construida con la primera entrega de algún producto de más envergadura. No merece el aprobado, si bien, tampoco resulta un completo desaguisado, sobre todo gracias a no eternizar la historia y poder completarla en noventa minutos.
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