Desde su primera temporada “The White Lotus” ha mantenido una exitosa fórmula que mediante la sátira critica el turismo “depredador” de un grupo de millonarios en una lujosa cadena de hoteles que va variando de ubicación. Así en la inicial se decantaban por Hawaii, la segunda por Sicilia y en esta por Koh Samui en Tailandia.
Su estrategia sigue vigente, con un reclamo inicial en donde se sucede un asesinato que retrotrae la acción hacia una semana antes para ver cómo se desencadenó la acción. Una fórmula que permite a su creador, guionista y director Mike White para presentarnos los conflictos de varias familias que pasan sus vacaciones en tan idílico lugar y los empleados del hotel. Todo narrado desde la comedia dramática, con ágiles diálogos y unas situaciones que aumentan la tensión como punto central, junto al montaje en paralelo y una escenografía y diseño de producción adecuados.
De nuevo, White vuelve a ofrecer un compendio de buen hacer en las tres historias más interesantes: la de la familia que no podría vivir sin dinero, tras una hecatombe que solo el progenitor conoce, la de las tres amigas cuyos vínculos parecen resquebrajarse y la de la pareja compuesta por una joven vitalista y su maduro novio, convertido en un “muerto en vida” por un horrible hecho del pasado. Sin duda, es lo mejor en cuanto a guion pues todo lo que rodea a estas tres tramas genera expectativas e interés en cómo se resuelven y derivan las complicadas situaciones.
Sin embargo, erra en todo lo que representan los empleados con una floja historia de amor entre dos jóvenes trabajadores, uno de ellos empleado en seguridad, la ridícula (y por fortuna muy secundaria) ambición del director del hotel, la inverosímil trama con los dueños en Bangkok que mitiga la presencia de Sam Rockwell en un delirante papel y una de las principales con la masajista de la primera temporada, ahora de intercambio en Tailandia y que vuelve a ver a la persona que hundió sus sueños que no sólo resulta inverosímil sino llena de tópicos.
Aun así, el serial de Mike White es agradable de ver, bien filmado y contado pues a pesar de estar mejor definidos unos personajes y secuencias sobre otros, todo es llevado con ritmo, buenos diálogos y el humor mitiga a la perfección las imágenes más hiperbólicas, cosa que sucede en unos cuantos roles del buen reparto que ha unido White, con los más histriónicos pero convincentes Jason Isaacs y Parker Posey que bordan sus extremos personajes, como uno de sus retoños en la ficción Patrick Schwarzennegger, hijo de Arnold y Maria Schriver. Brillantes también Michelle Monaghan, Leslie Bibb y Carrie Coon como las tres amigas que se reencuentran y Walter Goggins y Aimee Lou Wood con grandes momentos que sirven de alivio cómico.
Quizás esta tercera entrega de “The White Lotus” no llegue a explorar los límites de la primera y transite en mayor irregularidad entre unas historias y las otras pero las tres centrales son maravillosas (alguna entre lo mejor creado por White) y su tono medio es notable, siendo una elección destacada entre lo rodado para televisión en los últimos años.
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