Con la facilidad que tiene J.J. Abrams para embarcarse en interesantes proyectos y tras el enorme éxito de «Perdidos» , se podía esperar una serie entretenida pero no el monstruo que iba a acabar siendo «Fringe», un título de culto para todos los que amamos la ciencia ficción. Cien capítulos, divididos en cinco temporadas. Todo un reto, pues a cuarenta minutos el episodio, es todo un tiempo dedicado a la «tele» y perder otras actividades enriquecedoras. Aluciné con el tratamiento que J.J. Abrams le da, pues no he visto una variación así jamás, pues existen las series con episodios conclusivos y las que enlazan un episodio con otro. Queda claro, que las del primer tipo, siempre utilizan algunos «leitmotiv» que nos hacen conocer las manías de los personajes o algunos datos que van apareciendo en varios episodios distintos y sorpresas que diferencien unas temporadas de otras, pero aquí es distinto, pues sus primeros veinte episodios van ofreciendo pistas sobre los personajes, pero no deja de ser unos muy extraños casos donde se mezcla la ciencia con la fantasía, sin que unos no parezcan tener relación con los otros, así que parece ser una serie de capítulos conclusivos, pero en un momento dado y sin explicar nada, el guion gira ciento ochenta grados para situarse en la órbita de las series donde cada episodio tiene relación con el otro. A casi nadie, se le podría ocurrir un planteamiento tan arriesgado y que luego funcione tan bien en pantalla, aunque no sé sí llegaré algún día a saber si estaba premeditado desde el inicio o fue una genial idea de Abrams ese cambio tan radical.
Ciencia al límite, universos paralelos, extrañas drogas y unos personajes que me cautivaron desde el principio, con un triángulo casi familiar, formado por una investigadora del FBI, interpretada por una gran Anna Torv, un talento perdido para la ciencia y ahora buceando en los bajos fondos, Johua Jackson y un genio, un científico loco que trabajó para el gobierno con una serie de experimentos radicales y alternativos, que acabaron con sus escrúpulos y su salud mental, John Noble. Olivia Dunham, Peter y Walter Bishop se convierten en una disociada familia pero a su vez encantadora. Los secundarios funcionan a la perfección, tanto los buenos como los villanos, donde destacan el grandísimo Leonard Nimoy, como el ex socio de Walter y co fundador de Massive Dynamics, la directora de operaciones de la compañía Nina Sharp, mujer ambigua que tardaremos tiempo en adivinar en que bando está o los observadores, unos seres de lo más siniestro. Además al buen hacer de los personajes y el guion de todas las temporadas, se suman una acertada dirección y un gran uso de las canciones en la banda sonora, todavía recuerdo en uno de los primeros episodios de la última temporada, la magistral aparición del «Only you» de Yazoo.
Uno de los seriales más interesantes de los últimos años. Todo un compendio de buen hacer, imaginación y talento. Normal que con los años hayan dado a J.J. Abrams sagas tan populares como “Star Trek” o “La guerra de las galaxias”.
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