Tras hablar de la primera temporada de “The Crown”, inauguro con esta reseña un nuevo apartado dedicado a las series de televisión (aunque hay muchas más escritas por mis compañeros en rockthebestmusic), una parte bastante esencial en mi tiempo libre. Para no perderme entre las muchísimas historias y seriales que luchan encarnizadamente por un hueco en la parrilla televisiva, he decidido acotar el campo de acción en series finalizadas, sin opción a nuevos episodios y que haya visto completas. Podría decantarme por varias pero he elegido «Perdidos», para comenzar, por todo lo que significó en la historia de la televisión.
Seis temporadas de veintipocos episodios de cuarenta minutos, en su mayoría, que mantuvo «en vilo» a una numerosísima audiencia, gracias a un laberíntico guión, plagado de sorpresas y una dirección, puesta en escena y sobre todo montaje radical en grado sumo.
La premisa inicial era bastante compleja. Un avión siniestrado en una isla, deja a los supervivientes sin ningún contacto con el exterior, teniendo que empezar con una nueva comunidad, pero la isla es bastante extraña y suceden varios incidentes muy inquietantes y sin demasiado sentido. A partir de ahí, se mantiene una idea muy acertada: «Vivir juntos, morir solos» y todo narrado desde diferentes puntos de vista, con continuos saltos temporales, mediante «flash back» y «flash forward», fórmula apenas utilizada en este tipo de series.
Un nudo central de actores, conformando un triángulo protagonista con Jack Shepard (Mathew Fox), el médico imprescindible de grandes valores, James Sawyer (Josh Holloway), el «macarra» y rudo «macho alfa» y la bella, compleja y variable Kate Austen (Evangeline Lilly) y un buen montón de secundarios que aparecen, mueren, apareciendo otros nuevos.
Además esa idea de unir ciencia y filosofía en los personajes funcionó muy bien. Algunos tipos se apellidan Locke, Hume o Bakunin y los homenajes a grandes libros o películas están presentes en todas las temporadas. Así no es extraño ver guiños a «La guerra de las galaxias» o un episodio mítico donde Desmond tiene que viajar al pásado para recuperar el amor de su amada Penélope (muy curioso), que se convierta en una nueva versión de la «Odisea» de Homero en busca del regreso a Ítaca, como bien me advirtió mi buen amigo Nacho Arbalejo, autor de las interesantes bitácoras «Trivium y Quadrivium» y «Deja vu».
Su autor es J.J. Abrams, que hasta entonces solo tenía en su haber «Felicity» y «Alias» y que desde entonces produce y dirige genialidades como «Fringe» en televisión o las excelentes precuelas de “Star Trek” y el guionista Damon Lindelof, un «tandem» que funciona a la mil maravillas.
Fotografía magistral, competentes actores y dirección y una banda sonora para el recuerdo de Michael Giacchino, consiguieron que mucha gente, entre los que me incluyo, estuviésemos pendientes de las andanzas del vuelo 815 de la compañía Oceanic y con ese final que a nadie dejo indiferente y que a pesar de las numerosas críticas, a mí me pareció un estupendo colofón a una de las series que más me han impactado.
0 comentarios