Siguiendo con esta serie de poemas contemplativos de la naturaleza, vamos con otro de Kenneth Rexroth. En este caso, un poema que inserta su imagen a la perfección a medida que se va leyendo. Un poema sin filosofía, solo su imagen y la imaginación del lector para recrearla.
aix en Provence: spring
There are no images here
In the solitude, only
The night and its stars which are
Relationships rather than
Images. Shifting darkness,
Strains of feeling, lines of force,
Webs of thoughts, no images,
Only night and time aging
The night in its darkness, just
Motion in space in the dark.
It is a night full of darkness,
And space, and stars, and the hours
Going by, and time going by,
And the night growing old, and all
The webs, and nets, of relationships
Changing, and it is Spring night In
Provence, here where I am,
And under the half moon the almond
Buds are ready to burst. Before noon
The blossoms will open, here by
This peach colored house amongst
The steel gray pines and the gray
Limestone cliffs. Now the buds
Are round and tight in the dim
Moonlight, in the night that
Stretches on forever, that had
No beginning, and that will
Never end, and it doesn’t mean
Anything. It isn’t an image of
Something. It isn’t a symbol of
Something else. It is just an
Almond tree, in the night, by
The house, in the woods, by
A vineyard, under the setting
Half moon, in Provence, in the
Beginning of another Spring.
aix en Provenza: primavera
No hay imágenes aquí
en el aislamiento, solo
la noche y sus estrellas, destinada
urdimbre más que
imágenes. Cambiante oscuridad,
tensiones del sentir, líneas de fuerza,
redes de pensamientos, ninguna imagen,
sólo noche y tiempo envejeciendo
la noche en su penumbra, simple
movimiento en la extensión de lo negro.
Es una noche llena de negrura
y espacio, y estrellas, y las horas
pasando, y el momento transcurre,
y la noche haciéndose vieja, y todas
las tramas, y redecillas, de relaciones
cambiando, también cabe la noche primaveral de
Provenza, aquí donde yo estoy,
y bajo la media luna los brotes
de almendra están a punto de reventar. Antes del medio día
las flores se abrirán, aquí junto a
esta casa color melocotón entre
los pinos gris acero y los grises
acantilados de piedra caliza. Ahora esos brotes
están redondos y cerrados con la tenue
luz de la luna, con la noche que
se alarga para siempre, la que
no tiene principio, la que
no terminará jamás, y esto no significa
nada. No es una imagen de
algo. No es un símbolo de
otra cosa. Es solamente un
almendro, en la noche, junto
a la casa, en el bosque, cerca de
un viñedo, bajo la estática
media luna, en Provenza, al
comienzo de otra primavera.
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