Cantaban Ángeles del Infierno que hay canciones que recuerdan lugares, y es cierto, lugares, personas, situaciones… unas veces buenas, otras no tanto, pero persistentes de una manera u otra en la memoria, al borde de las cicatrices que surgen debajo de la piel alrededor de algo tan intangible como el alma. Existen canciones que te llevan a otros tiempos, que hacen florecer la nostalgia, pero no caigamos en el error de querer vivir permanentemente en un pasado idealizado a cambio de dar la espalda al presente. La música de los vigueses Zalomon Grass invita a realizar un introspectivo viaje al pasado del rock, al rock duro de órganos y guitarras al unísono, de bases rítmicas mágicas capaces de construir autopistas hasta el cielo o carreteras al infierno con la misma facilidad. Pero sobre todo la música de Zalomon Grass es la reivindicación de un presente forjado por músicos de talento e ideas claras, que no se dejan seducir por cantos de sirenas invisibles en busca de una propina con la que soñar con sobrevivir en este negocio, sino que construye sus mandamientos en piedra para nuestro disfrute a través de nuestros benditos y desvencijados altavoces.
«Trouble in time» es uno de esos discos que como concepto musical se salta -a priori, que cuando excavas te das cuenta que las influencias de una manera u otra siempre estarán presentes- varias generaciones para rendir cuentas a ese hard rock primigenio que bebía de las bases del blues, de la psicodélia y del sinfónico pero que a su vez imprimía esa fuerza bruta innata, instaurada por el culto a las guitarras. «Trouble in time» coge impulso sobre todos esos nombres -los conocidos, los no tanto- para partir de su base y no conformarse con ser un incómodo copia y pega, sino cimentar una personalidad propia. Escucha maravillas sonoras como «Twelve labors», donde se dan la mano los Kinks más hard rockeros, los efluvios progresivos del hard setentero de Rush y la grandilocuencia del riff de Led Zeppelin, por nombrar tan solo tres bandas que cualquier fan del hard rock conoce y reconoce como dogma de fe. ¡Ríndete a esta puñetera maravilla de canción o huye al lugar más apretado del mundo a lamerte el escroto como si no existiese nadie más alrededor que importase».
«Trouble in time» es otra pieza más para hacer girar el engranaje del rock en el siglo XXI, para gritar a los cuatro vientos que la música sigue viva por más que traten de que mute en vete a saber que cosa, y que frente a las nuevas -y necesarias a veces, no nos veamos anquilosados en el tiempo/espacio y terminemos siendo tan fanáticos como aquellos a los que criticamos- tendencias, en las que la velocidad impuesta a la vida actual invita a consumirlas en un corto periodo de tiempo, tan ínfimo que pierde valor en el momento que colisiona con otra nueva, para hacer pervivir nuestra manera, nuestra filosofía de degustar lentamente la música, el arte en general, sin la exigencia constante de la moda. «Trouble in time» es un disco para disfrutar a fuego lento, para percibir cada detalle, para volver a poner cada canción porque te ha parecido escuchar algo ahí que te llama la atención. «Trouble in time» es algo más que una intención, como cantaran Asfalto, «Trouble in time» es una razón inequívoca para seguir creyendo en el hard rock.
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