La memoria desvirtúa la línea del tiempo y de los sucesos a su antojo, pero si no me traiciona, no creo recordar un periodo tan largo sin nuevas canciones de Hamlet. Casi cuatro décadas amparan ya a los madrileños. Desde su brusca evolución inicial que coincidió con bruscos cambios en el mundo del metal, situación que Hamlet vieron venir bien y actuaron en consecuencia, convirtiéndose en referente del por entonces nuevo metal dentro de nuestras fronteras, labrándose una gran reputación tanto en disco como en directo. Desde entonces, Hamlet ha ido cumpliendo con la cuota a base de muy buenos discos, siendo capaces de ir alimentando su sonido con nuevas tendencias, abrir nuevos caminos sin que ni un solo instante la marca que habían sido capaces de construir a base de esfuerzo y talento, se resquebrajase ni dejase de ser identificable en el justo momento que comenzaban a bramar los instrumentos.
A través de Maldito Records, llega este «Inmortal», que como producto propio de una madurez innata de un grupo que sigue luchando a sangre y fuego en este complicado mundo de la música, agravado más aún por la falta de importancia que se le otorga dentro de nuestras fronteras, se perciben tanto retazos de anteriores trabajos de la banda, ecos de aquel metal de los 90 que a nivel internacional desgranaban gente como Pantera, Machine Head o Limp Bizkit y que aquí lo llevaban por bandera al mismo tiempo Hamlet para alejarse un poco de la oscuridad que campaba por sus últimos discos. «Estigmatizado» la canción que abre el disco ya nos anuncia el vendaval que se nos viene encima, como cuando te asomas a la ventana y vez un cielo oscuro que avisa de la tormenta por llegar, la canción comienza como un medio tiempo con una fantástica melodía vocal de Molly, pero la atmósfera que van creando los instrumentos, construye la necesaria sensación de violencia que da la cara en el momento que los riffs enfurecen y esa batería adquiere profundidad a la vez que la voz adopta tesituras más guturales.
Si la primera bala ya era mortal de necesidad, la siguiente «Acto de fe» nos empuja de cabeza hacia el espíritu de discos señeros de la banda, un riff grueso, escarceos con el rap metal en las voces y la contundencia de una violencia sonora que pide a gritos sonar desde el escenario y desatar la locura. Hablando de riffs, «En mi piel» se basa en ellos, aguerridos, rocosos, pisando el acelerador más y jugando con esa dualidad brutalidad/melodía que introduce Molly con su garganta en medio del infierno desatado por sus compañeros. ¡Puro headbanging!. Nos encontramos con el rap metal de «Paz y amen» donde los versos navegan sobre un mar de riffs convertidos en olas gigantescas. ¿Quieres metal?. «Trauma» te lo pone en bandeja, sin fisuras, como un muro indestructible.
Nos encontramos con un nuevo cambio de vientos que soplan sobre esta inmortalidad de Hamlet con la siguiente canción, «Tempestad» donde ralentizan los ritmos y miran de frente a distintas circunstancias que se dieron en el rock pesado de los 90 con la que Hamlet coexistieron como protagonistas activos de ellas. Vuelven los riffs poderosos a comandar «El gran teatro de la humanidad», canción que nos retrotrae a aquellos Hamlet de «Irracional», otra canción que ya de por sí lleva la vitola de triunfo en directo. La instrumental «(41.9383403-7.4310342) son casi dos minutos de experimentación electrónica que quien sabe, si nos avisa de nuevos horizontes por descubrir próximamente dentro de los parámetros de Hamlet.
La batería anuncia la velocidad de «Amor o poder» mientras la voz de Molly adopta tonos más oscuros a la vez que la música se va acelerando. Cierra el disco, «Sombras», canción que proviene de las sesiones de grabación de «Berlín» y sirve como nexo necesario con un pasado presente. Enorme disco de Hamlet, que siguen siendo referencia del metal de este país, banda necesaria para conocer y reconocer la evolución del metal y su irrupción a pesar de los obstáculos hasta el día de hoy.
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