Si hay un estreno destacable dentro del cine dominicano en el 2018, ese es «Que León», ya que a pesar de ser estrenada en noviembre en el país caribeño, todavía se encuentra en la cartelera con bastante éxito.
La dirige Frank Perozo, uno de los nombres importantes en Santo Domingo, del que hemos hablado no hace mucho con la reseña dedicada a «Miriam miente», donde tenía un papel secundario como actor. Perozo intenta lidiar con una superproducción, para este país, con exteriores en la zona este, tal vez la más famosa para el turismo y algunos generales donde nos muestran algunos de los hitos culturales y arquitéctónicos de su capital, como es la zona colonial o las espectaculares vistas desde el teleférico. Una propuesta que se agradece al intentar dotar de una clara perspectiva internacional pero mostrando los lugares patrios que considera atrayentes y dignos de mostrar. Un digno producto aunque adolece de algunos errores manifiestos como fallos en el etalonaje e incluso algún salto de eje llamativo, aunque lo disculpamos pues todavía la industria cinematográfica dominicana se encuentra en una fase de crecimiento.
La historia es sencilla y de claro carácter comercial, no en vano se ha estrenado en dieciocho países logrando, incluso, la selección oficial en el Festival de Málaga; un chico de clase trabajadora se enamora, o enamora, a una rica heredera, cosa a que los padres se oponen y juntos idearán un plan para que la pareja se separe, aunque el resto de la familia y la pasión de ambos debe mantenerse por encima de todo. Como se puede observar nada nuevo, película mil y una veces vista y que sirve para continuar esa antigua tradición de comedias románticas con un objetivo de público claro. Y que visto el arrasador paso por taquilla han conseguido, con creces, lo que se pretendía. E incluso más, pues alcanzaron unas cuantas nominaciones (mejor comedia entre ellas) en la última edición de los Premios Soberano, equivalentes dominicanos a los Goya españoles.
Uno de los puntos a favor es su reparto, pues han contado con nombres reconocibles por estas latitudes, empezando por el cantante Ozuna, en su primer papel protagonista, donde el vocalista de «reggaeton» se dedica a «lucir palmito», atraer público y aderezar ciertos pasajes del guion con sus canciones, aunque no canta en ningún momento. Él es el principal reclamo pero también le acompaña la modelo y presentadora Clarissa Molina, muy conocida en la isla y más después de ganar un «reality show» de baile, aunque el peso de la trama lo llevan dos cómicos de televisión como Raymond Pozo y Miguel Céspedes, dos instituciones en el humor, junto a otro gracioso como Jorge Pabón «Molusco» y una destacada Stephany Liriano, una interesante actriz a descubrir y uno de los puntos fuertes de las interpretaciones junto a Irvin Alberdi.
Todavía queda mucho por hacer en esta cinematografía pero creemos que van hacia la buena dirección, aunque como nos comentaba un director de teatro local, el problema dominicano es que se está trasladando la televisión a la pantalla grande y eso limita las posibilidades de hacer un cine más adulto y de una escuela de actuación, pues los intérpretes provienen o de la pequeña pantalla o del mundo de la pasarela o la canción.
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