El cine de Luca Guadagnino ha pecado siempre de cierta irregularidad. Un director talentoso pero con un manierismo técnico que en ocasiones funciona y en otras adolece de los pecados de la posmodernidad cinematográfica.

Le sucede desde su oscarizada, y espaldarazo definitivo, “Call me by your name” o las irregulares pero interesantes “Suspiria”, “Hasta los huesos” o su anterior “Rivales”. No hay que negar que algunos de esos defectos también están presentes en esta “Caza de brujas”, como un molesto tic tac de reloj que jalona algunas secuencias o ciertos planos de manos y rostros fuera de la estética tradicional. Sin embargo, su filme se convierte en uno de los primeros a contracorriente de estos tiempos.
Pues estamos ante una película que critica la política de cancelación, en este caso la universitaria. Hechos que Guadagnino considera perniciosos en todos los aspectos, en un discurso que desde el inicio con unos créditos homenaje a Woody Allen, toma partido a favor de los condenados al ostracismo (sin juicio previo) como el autor de joyas como “Annie Hall”.
Y es que el guion de la debutante Nora Garrett nos cuenta una historia de profesores siendo denunciados por alumnos. Hechos sin probar que por la mera palabra de la estudiante son causantes de la expulsión del maestro, sin investigación ni derecho a la defensa. Y además obligando al resto a afirmar cosas que no han visto por temor a represalias.
Guadagnino toma el libreto y lo imprime su sello personal, recordando su forma de interpretar el argumento a la puesta en escena del antes citado Woody Allen o al del Stanley Kubrick de “Eyes wide shut”, llegando incluso la banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross a no hacer olvidar en unos cuantos pasajes la “Musica Ricercata” de Ligeti, tan fundamental en el largometraje póstumo del responsable de “El resplandor” o “Senderos de gloria”. Tampoco se obvian las coincidencias con la obra teatral y posterior cinta de David Mamet “Oleanna”. Buena parte debido a la fotografía del recuperado Malik Hassan Sayeed, cinematógrafo de Spike Lee en los noventa en “Clockers” o “Girl 6”.
Y si el aspecto técnico funciona, el reparto es extraordinario con una inconmensurable Julia Roberts, en un papel digno de nominación a premios, escoltada por Ayo Edebiri, tan al alza desde “The Bear”. Una pareja de intérpretes bien engrasada, secundadas a la perfección por Andrew Garfield, Michael Stuhlbarg o Chloë Sevigny, con los que Guadagnino demuestra su versatilidad con la dirección de actores, en la hasta ahora su mejor película, donde las virtudes superan con creces los defectos en esta notable muestra de cine construido para cambiar los discursos imperantes.




















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