Tras sortear hordas de chavales que invadían las calles como amos y señores del centro de Málaga, chicas ataviadas con kilos de maquillaje y rivalizando con quien llevaría la falta mas corta o el escote mas atrevido, y chicos con la mirada desafiante, la testosterona desbordante de los adolescentes, llegue a la sala Teatro para ver actuar a mis colegas de Atavismo. Difícil ser imparcial cuando son amigos, pero lo seré diciendo que estuvieron geniales y sonaron arrolladores.
Tras escuchar un rato la prueba de sonido e ir a cenar algo rápidamente, volvimos para que cada uno cogiera posiciones, ellos sobre las tablas y ellos sobre el escenario. Compré mi entrada y mis discos antes de posicionarme, porque sí, amigos y querido publico, hay que apoyar a las bandas intentando comprar su merchand y la entrada cuando son precios tan irrisorios. Esa es la manera que puedan seguir adelante.
Desde el primer instante me vi aspirado por un torbellino pisocodélico y caleidoscopio que me llevo a aquel UFO Club en Londres donde se daba cita toda la crema de la psicodelia y avant garde, fundado a finales de los sesenta.
Y es que parecía estar escuchando a los Pink Floyd de “A Sarceful of Secrets” o “Obscured By Clouds”, es más, la batería de la encantadora Sandri Pow me sonaba a la de Nick Mason.
La banda fue cogiendo amplitud y encajándose perfectamente; cada tema sonaba mejor que el anterior y subía la temperatura de un publico mayormente atento y hechizado, aunque,como siempre, había un sector parlanchin que no se sabe a que vienen, pero eso es el eterno problema. El trabajo de Jose “Pot” a la guitarra es soberbio, con personalidad, se nota que quiere agradar y disfruta sobre el escenario con su música. Mateo, al bajo se le ve que entra en un viaje sideral; me recordó al bajo de HAWKWIND propulsando la maquinaria hacia a delante con la ayuda del pulmón del grupo Sandri Pow tras sus parches. Los ojos del publico están atentos a esos aspavientos que describen sus brazos como una danza embrujadora para terminar golpeando con precisión cada bombo y cymbal. Mientras tanto, casi en secreto, Koe va dejando napas de Synth que encandilan al personal. “Poti” tiñe de esa manera un lienzo infinito para plasmar una guitarra blues cósmica que llega de una fusión diría de los Floyd, Vanilla Fudge y Triana, pero guardando una personalidad propia. Las letras y la voz de Pot se convierten en algo mántrico, como un chaman o adhan que llama a una oración de destellos sabáticos con tintes de oriente y otros atrapados de una aurora boreal.
Porque lo que propone Atavismo va mas allá del simple grupo de rock, o hard rock, o como quieran etiquetarlo. Su música es morada con azules eléctrico y blancos fantasmales, rojos volcánicos con dorados centelleantes; como aquellas canicas de cuando eramos niños que mirábamos a transluz.
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