Primer largometraje de Jesse Armstrong, guionista británico curtido en uno de los nombres importantes de la sátira como Armando Ianucci o de la ciencia ficción moderna como Charlie Brooker. No en vano, puede anotar en su bagaje los “libretos” de “In the loop” o del episodio final de la primera temporada de “Black Mirror”.

Unos méritos que se coronarían al crear «Succession», uno de los seriales más importantes creados por HBO en la última década donde una familia emprende una “guerra abierta” de todos contra todos para heredar la poderosa empresa que dirige el patriarca con “mano de hierro”. Lo vil del tema es que los hermanos se quieren y aprecian pero su ansia de poder está por encima del amor o el cariño, sólo negocio.
“Mountainhead” sigue esa línea aunque lo que se nos muestra aquí son cuatro amigos, dueños de emporio tecnológicos, que quedan un fin de semana en una mansión apartada en mitad de la montaña. El problema es que a pesar del afecto de todos, granjeado durante años, en el fondo se envidian. Para colmo, se crea una crisis global que deja al planeta sumido en el caos, lo que propicia a estos sujetos a intentar crear una nueva civilización, un nuevo modelo de país y de sociedad. Ya se sabe aquello de que donde unos ven una tragedia otros ven una oportunidad.
Unos niños grandes jugando a ser dioses, salpimentándolo con frases de Hegel o Kant, sacadas de contexto, como excusa ideológica. Una vorágine de poder que desemboca en brutalidad al no plegarse a esos delirios por parte de uno de ellos que es apartado del grupo y maltratado por el resto. Lo divertido es que es el único que utiliza la ética.
Armstrong toma el nombre de la novela de Ayn Rand “The fountainhead” (en España “El manantial”), clásico de la literatura (también del cine pues es inolvidable la película de King Vidor, con Gary Cooper) capitalista y del individuo sobre el colectivo y lo desarrolla como una sátira de ágiles diálogos y una dirección con ritmo a pesar de situarse en un único escenario. Todo sucede a gran velocidad (en algunos momentos quizás demasiada), recordando a los trabajos de otro excelso guionista como Aaron Sorkin, sumado a lo visto en “Succession” o los largometrajes de Adam Mc Key. Tipos poderosos que se comportan como adolescentes y donde el dinero es lo único que prima en sus vidas.
Y junto al guion, basado en rápidos diálogos, y una correcta factura técnica, otro punto a favor son las interpretaciones donde destaca Steve Carell (alguien especializado en el pasado en la comedia), acompañado de Jason Schwartzmann, Cody Michael Smith y Ramy Youssef. Entre todos consiguen que la obra de Jesse Armstrong funcione aunque quede lejos de “Succession”, sí consigue no descalabrar con ese género tan complejo como es la sátira donde es sencillo naufragar (recordamos con lástima «No mires arriba», peor largometraje de Adam Mc Key).




















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