Producción de Netflix y Sam Reimi que han creado un filme de tensión sobre una mujer afligida por una tragedia familiar que evita su suicidio al conocer a un extraño hombre que acaba por resultar un psicópata que le inyecta un poderoso relajante para paralizarla y que no pueda hacer nada mientras prepara su asesinato. A partir de esa premisa se crea un thriller de supervivencia con pocos personajes, bajo presupuesto y un bosque.
Unos pilares con los que Reimi construyó su “opera prima” “Posesión infernal” aunque esta habría que adscribirla al género de terror, con pinceladas de humor, mientras que “No te muevas” se englobaría dentro del suspense. Sam Reimi sólo se limita a la producción ofreciendo la posibilidad de la dirección a dos especialistas en el horror como Brian Netto y Adam Schindler que elaboran una puesta en escena acelerada donde suceden multitud de situaciones que intentan no dejar un descanso o suspiro en su algo menos de hora y media de metraje. Una cinta de bajo presupuesto donde como se cuenta es bastante más interesante de lo que se cuenta o su ritmo y pericia técnica es superior a un guion inverosímil, plagado de “deus ex machina” y decisiones sin sentido por parte de todos los personajes.
Un éxito rodado con poco dinero en un bosque búlgaro fingiendo ser un Parque Nacional estadounidense y donde el rostro más conocido es el de Kelsey Chow. Célebre por ser la nuera india de Kevin Costner en la monumental serie de Taylor Sheridan «Yellowstone», acompañada por Finn Wittrock como el pérfido pero inutil villano. Pocos personajes hay más (y los que aparecen son secundarios en una escena más o menos larga) por lo que, a buen seguro, visto el éxito de público en Netflix han conseguido rentabilizar este producto de Serie B.
Factura correcta entre los técnicos donde es cierto que no es desdeñable ni la banda sonora de Mark Korven y Michelle Osis ni la fotografía de Zack Kuperstein, al que se suma la correcta realización de Netto y Schindler basada en un ritmo trepidante aunque el resultado final quede lastrado por el incoherente guion de T.J. Cimfel y David White que parten de una buena idea pero mal desarrollada aunque si se obvia ese defecto estamos ante una producción entretenido para los amantes de los “thrillers” de supervivencia y donde se sigue demostrando el “buen ojo” de Sam Reimi para acometer películas donde de la necesidad se consigue virtud aunque él hace tiempo ya que dejó el bajo presupuesto para acometer grandes superproducciones como su último largometraje para «Marvel».
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