Con sólo dos películas Ari Aster se coló en el Olimpo de las grandes promesas del cine de terror. Hereditary me gustó mucho ya que era un film muy original aunque Midsommar me pareció un ladrillo debido a su excesivo metraje. Beau tiene miedo es su tercera película y os aseguro que no os dejará indiferentes. Beau tiene miedo tiene lo mejor de su primera película y lo peor de la segunda. Es una pesadilla surrealista plagada de humor negro que se ve lastrada por una duración excesiva.
Beau tiene miedo puede dar lugar a múltiples interpretaciones y todas son válidas. Ocurre que «Beau tiene miedo» es tan caótica como genial. Un alucinante viaje a la mente de un protagonista evidentemente con graves traumas. Su peculiar relación con una madre castradora y un obsesivo sentimiento de culpa atenazan la existencia de nuestro protagonista. Todo le atemoriza y su vida social se encuentra muy mermada por su continua ansiedad.
«Beau tiene miedo» está dividida en 4 partes. La primera es simplemente genial, un prodigio digno de uno de los mejores directores del momento. Una autentica pesadilla capitaneada por un Joaquin Phoenix cuya capacidad interpretativa parece no dejar de crecer. Me encanta todo lo que ocurre en este segmento y cómo está rodado. La escena de la ducha me parece genial y el exterior del apartamento es un mundo hostil como pocos se han visto en una pantalla. La segunda parte es también muy recomendable y nos surge una inquietante duda. ¿Puede ser que todo sea un complot organizado por su poderosa madre para demostrar que Baeu es un mal hijo? ¿Puede ser Beau tiene miedo el reverso tenebroso de El show de Truman? Esa familia de acogida tan adicta a la fe y a las pastillas me parece una metáfora de la familia americana. Sin embargo, el tercer segmento se me hizo muy pesado, creo que el ritmo se resiente notablemente. Ya en la cuarta parte el cansancio hace mella irremediablemente en el espectador y el tedio se apodera de nuestra voluntad de seguir inmersos en esta pesadilla. Sin embargo, sigue habiendo elementos más que interesantes como ese ático en el que están representadas todas las frustraciones de Beau. Atentos a los símbolos (el agua) y la revelación de no pocos secretos. Freud y Edipo bailan a ritmo de Mariah Carey.
Beau tiene miedo emparenta más con films valientes y arriesgados como Enemy de Villeneuve, Repulsión de Polanski, Mulholland Drive de Lynch, Madre! de Aronofsky o Bardo de Iñárritu que con cualquier película de terror de este siglo. Es tal su capacidad onírica y sus ganas de perturbar al espectador que resulta por momentos difícilmente tolerable para el público mayoritario. Aviso a navegantes: Ari Aster nos sumerge en la agonía de una mente traumatizada, nunca sabemos qué es real y qué no, quizás nada sea real o todo tenga un sentido. Una lástima que su excesiva duración lastre una película que, aún con todo, sigue siendo interesante.
Resumiendo, Beau tiene miedo es en un alucinante descenso a los infiernos de la mente humana y un film de culto instantáneo. ¿Te atreves?
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