El cine de Rian Johnson comenzó a tener interés en el panorama cinéfilo con la notable cinta de ciencia ficción “Looper”, lo que le dio la oportunidad a acometer un tótem como «Los últimos Jedi», entrega de “Star Wars” que poseía ritmo pero que quedaba lastrada por un horrendo guion y algunas secuencias cercanas a la comedia involuntaria (tardará en olvidarse a esa Princesa Leia volando). Un desaguisado que, por lo menos, nos mostraba las buenas cualidades en puesta en escena y ritmo que poseía Johnson como director.
De ahí que Netflix le fichase para la divertidísima vuelta al cine de detectives a lo Hercules Poirot con «Puñales por la espalda», con una afortunada primera entrega y un entretenido pero peor segundo capítulo. Mientras que esperamos su tercera parte nos llega este primer acercamiento al mundo televisivo con “Poker face” (aunque en esta ocasión en SkyShowtime), otra historia detectivesca con muchas más luces que sombras. En esta ocasión tenemos a una prófuga de un grupo mafioso que mientras huye de los que han puesto precio a su cabeza irá resolviendo crímenes allá por donde va, merced a una cualidad innata que le permite saber si le están mintiendo o no.
Una idea inteligente que en algunos momentos resulta brillante. Además la serie es una vuelta al pasado (solo hay que ver la infografía de los títulos de crédito) con capítulos auto conclusivos aunque dejando alguna píldora de la trama central. Como todo en este tipo de seriales hay episodios mejores que otros pero, casi todos tienen interés y algunos son casi sobresalientes (el de los actores, el de la residencia de ancianos y el de la empresa de efectos especiales junto con el piloto son magníficos), con un Rian Johnson construyendo un “divertimento” más que entretenido, con una fórmula ganadora basada en mostrar una primera parte con el forjado del crimen y una segunda donde la astuta Charlie aparece en escena ya que está trabajando por la zona, resolviendo el complicado caso.
Junto a una puesta en escena adecuada y buenos giros de guion se suma unos actores que funcionan capitaneados por Natasha Lyonne en un papel algo histriónico en la línea del de «Muñeca rusa», con Benjamin Pratt como secundario en la trama central y un montón de apariciones estelares de veteranos de Hollywood que aporta ese punto nostálgico tan agradable para el espectador. Por “Poker face” pasan Adrien Brody, Ellen Barkin, Nick Nolte, Ron Perlman o Chloë Sevigny entre otras “viejas glorias” (por cierto, el capítulo de esta última está vinculado a la música y a la maldición del “one hit wonder”).
Diez episodios que prometen una segunda temporada y que cuya valoración final no puede ser más que positiva, a pesar de un par de capítulos más flojos (el del mundo del automovilismo y el más tópico con un billete de lotería) que aun así no llegan a ser ni mucho menos malos que encumbran a Rian Johnson en un autor cuyo su sólo nombre debería despertar la curiosidad en el espectador por ver que juego de máscaras cinematográfico ofrece. Un director codiciado en el panorama cinéfilo actual.
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