Siete años llevaba sin dirigir Gareth Edwards tras su exitosa «Rogue One», cosa que sorprende pues su anterior “Godzilla” también funcionó en taquilla. El caso es que ahora nos llega su nueva obra y como las anteriores vuelve a transitar por la ciencia ficción aunque en la vertiente de futuros distópicos.
En este caso tenemos un planeta enfrentado entre los detractores de la inteligencia artificial, comandados por Estados Unidos y los defensores que engloba a todo el continente asiático. Todo precedido del lanzamiento de una bomba nuclear en Los Ángeles por parte de la IA. Para neutralizar al líder de los rebeldes se envía a un antiguo agente infiltrado, viudo de una insurgente con unas extrañas promesas, ya que es quien mejor conoce el paradero de la milicia. A partir de ahí se encontrará en una encrucijada donde no se sabe realmente a quien apoyar, al encontrar que el arma de destrucción masiva es una niña.
En “The creator” se pueden encontrar ecos de su anterior “Rogue One” pero también de los primeros títulos de Neil Blompkamp, además de una premisa que le entronca con el “Yo, robot” de Asimov e incluso con “Terminator”. Cine de acción en contexto espacial y con una clara denuncia al poder occidental. Además situar buena parte de la historia en el sudeste asiático se puede entender como una crítica a las atrocidades cometidas en la Guerra de Vietnam por las tropas americanas aunque aquí el napalm sea sustituido por una bomba en forma de rayo destructivo.
Técnicamente la cinta es más que correcta, dividiendo a sus personajes entre humanos, máquinas y unos humanoides que nos recuerdan de forma ligera a la IA mostrada en “Ex machina”, ayudado por unos buenos efectos espaciales y de sonido y la fotografía de Greig Fraser y Oren Soffer. Es curioso pero lo más flojo entre lo técnico sea la banda de Hans Zimmer pues donde más adolece “The creator” es el guión, obra del propio Edwards junto a otro guionista y realizador de superproducciones como es Chris Weitz, ya que el largometraje no ofrece demasiadas sorpresas convirtiéndose en un cúmulo de “lugares comunes” y de situaciones predecibles, con un mensaje claro donde la ciencia se encuentra por encima de lo militar, como sucedía en esa obra maestra del “gore” de George A. Romero “El día de los muertos”, y los que parecían ser los buenos se convierten en los villanos y viceversa, cosa que creemos que inicio Mozart en su ópera “La flauta mágica”. Aun así, el ritmo es irregular y sus casi dos hora y cuarto de metraje sin ser aburridas sí tienen ciertas bajadas de tensión.
El reparto es comandado por el cada vez más al alza John David Washington que, por desgracia, no tiene la entidad interpretativa de su padre Denzel, limitándose a esas poses de “tipo duro” que consiguió en «Tenet», acompañado de toda una ganadora del Oscar como Allison Janney, Gemma Chan y Ken Watanabe quien trabajo con Gareth Edwards en “Godzilla”, presentando a la niña Madeleine Yuna Voyles con la que recorrerá el planeta Tierra en busca de su protección, argumento de moda en la actualidad merced a la serie de televisión «The last of us».
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