Desde que irrumpió en el mercado Pixar se ha convertido, por méritos propios, en la compañía de animación que presenta trabajos mejores y más arriesgados (sin ir más lejos consideramos su última producción «Soul» como de lo mejor estrenado en el 2020). “Luca” no llega a esos extremos de excelencia, pero si supera productos menores de la casa como “Onward” (por referirnos a otro largometraje reciente). Un bonito capricho italiano, filmado con el gusto y poderosa ambientación de Pixar, tanto en los dibujos como en la narración. Su responsable vuelve a ser alguien “de la casa” como Enrico Casarosa, al que se le da la oportunidad, otorgándole la responsabilidad en esta “opera prima” en el largometraje, tras un corto hace una década.
“Luca” nos habla de inmigración y amistad, narrándonos una historia de unos monstruos marinos que quieren convivir con los humanos, dejando las profundidades marinas esquilmadas por los hombres para tener una nueva vida, con los lujos de la ciudad. Para ello, se transforman en niños al salir del agua. Un argumento donde se cruzan cuentos infantiles, llevados a la gran pantalla por Disney, como “La sirenita” o, en menor medida, “La bella y la bestia”, aunque con múltiples referencias a la idiosincrasia transalpina, con carteles de películas de Fellini o de Series B de monstruos marinos en la plaza del pueblo, mentar a santos (aunque como broma sean quesos como el pecorino o la mozzarella), comer pasta a todas horas o escuchar ópera (pescan con “Madame Butterfly” de Puccini o cocinan con “El barbero de Sevilla” de Rossini) entre unos cuantos estereotipos de la cultura en Italia aunque el mayor protagonismo se lo lleve la Vespa, como símbolo de una vida mejor y de la libertad.
Otra de las mejores cosas que posee “Luca” es el propio pueblo que parece un híbrido entre alguno de las Cinque Terre y Portofino. No es casual que se sitúe en esa zona de Liguria, cerca de la Toscana, pues el núcleo de población más importante, donde se sitúa el colegio, es Génova, capital de la zona. En él se concentra la belleza de esos escarpados pueblos marineros junto a la entrada al puerto de la más exclusiva localidad de la Riviera.
En el capítulo menos positivo, el guion se resiente en algún momento de todos esos lugares comunes, no terminando de avanzar la trama en algunos minutos, aunque el tono medio es notable. Quizás sí flaquea el villano, pues no tiene entidad como malvado pareciendo una parodia de sí mismo. Y si estamos hablando de racismo y miedo al diferente este sí debería ser un personaje aterrador, algo que enseñe a los niños que es lo que no deben imitar y a quien no se debe seguir. Y es raro, pues desde que se impuso la cultura “woke” como mayoritaria en las élites, Disney ha seguido sus postulados “a pies juntillas” en lo que el filósofo Miguel Ángel Quintana paz ha definido a la perfección como capitalismo moralista, donde lo que prima no es conseguir la mayor cantidad de dinero posible sino desde su posición de poder influir en la opinión de la masa. Es algo sorprendente que Hollywood lleva haciendo un tiempo, no deseando que parte de su público objetivo no pase por taquilla para contentar a quien no irá a ver el largometraje, con el consiguiente fracaso económico.
De hecho, nos ha hecho bastante gracia leer una pequeña indignación con “Luca”, por ciertos tuiteros, al obviar lo que algunos entienden como una relación homosexual o cercana a los postulados “queer”. Teniendo en cuenta que el protagonista debe tener diez u once años y que el amigo unos trece, creemos que ahondar en esas hipótesis y exigir relaciones sexuales en menores de catorce es cuanto menos peligroso pero son los tiempos que nos han tocado vivir.
En fin, “Luca” es un bonito entretenimiento sin la grandeza de un “Toy story” o “Del revés” pero superior a la gran mayoría de la animación contemporánea.
0 comentarios