Sean Baker es un director muy particular. No es muy radical en sus propuestas pero es lo suficientemente raro como para que al gran público se le atraganten sus propuestas. Me gustó bastante su The Florida project (2017) en el que nos mostrabaj una mirada bastante turbia sobre el sueño americano. Anora es una película muy distinta, al menos en la forma. Anora tiene dos partes bien diferenciadas. En la primera asistimos al lujo y los excesos de un joven hijo de multimillonarios rusos. La bailarina erótica Ani (Anora) será contratada por el joven y descubrirá un mundo que creía fuera de su alcance.
En la segunda parte del film Ani descubrirá que en su relación con el joven heredero no es oro todo lo que reluce. En esta segunda parte es cuando Sean Baker muestra todo su talento como guionista y director. Sus caóticas escenas de gente hablando y gritando sin parar me recordaron a las de maestros como Fellini o Berlanga. No llega a caer nunca en la tragedia debido a que lo que nos muestra es tan esperpéntico que debe ser una comedia. Sólo en la impactante escena final nos damos cuenta de la terrible historia de deshumanización a la que hemos asistido. ¿Que Anora cae en muchos tópicos? Puede, pero funciona. ¿Son excesivos sus 138 minutos? Sin duda, pero no aburre. Debo destacar trabajo de la joven Mikey Madison (estamos ante una nueva estrella, sin duda) y Yuriy Borisov, ambos están sobresalientes en un reparto de lo más logrado.
Con Anora me he divertido y me ha hecho pensar. No es una mala fórmula.
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