La dupla entre John Landis y Eddie Murphy se inició a principios de los ochenta con la divertida comedia «Entre pillos anda el juego», tras los dos éxitos del director con «Granujas a todo ritmo» y «Un hombre lobo americano en Londres». Volvieron a coincidir en la tercera parte de «Superdetective en Hollywood», quizás el título más recordado de Murphy, y entre medias llegó «El príncipe de Zamunda», uno de esos largometrajes irregulares pero que con los años han ganado un pequeño estatus como placer culpable. Un «divertimento» sobre un aspirante al trono de un pequeño país africano que acababa en Queens buscando esposa.
Gracia de la época, apoyado en su pareja protagonista, un Eddie Murphy en su mejor momento y el célebre cómico Arsenio Hall. Con los años, Murphy ha ido perdiendo relevancia hasta perder su lugar en la industria desde «Norbit», en el 2007. Eclipsado por estos nuevos tiempos, regresó al candelero el pasado año con «Yo soy Dolemite» para Netflix, filme que dirigía Craig Brewer, encargado de realizar la continuación de «Coming to America», llamada en España «El rey de Zamunda», aprovechando el interés suscitado con las historias negras desde hace algún tiempo. De producción Paramount, ha sido Amazon quien la presenta en su plataforma ante la imposibilidad de estrenarla en cines por la pandemia que vivimos.
Esta actualización, treinta años después, nos presenta al nuevo monarca de Zamunda, tras el fallecimiento de su padre (James Earl Jones), casado con tres hijas que descubre un hijo ilegítimo en Nueva York que puede convertirse en el heredero, pues la ley dicta que solo podran reinar los varones. Por otro lado, tenemos al impresentable caudillo de la vecina nación que no sabemos si desea comenzar una guerra o emparentar vía matrimonio a las dos tierras. Chistes actualizados al siglo XXI, eliminando los golpes machista y empoderando a las féminas. La pena es que el conjunto no provoca ninguna sonrisa (menos carcajadas), con un humor pueril y en más de un momento causante de vergüenza ajena. Todo el conjunto es lamentable, salvo los números musicales, sin duda lo más destacado de un largometraje que no consigue elevarse ni en la parte cómica, ni en la amorosa ni en África ni en Estados Unidos. A pesar, de volver a contar con Murphy y Hall y rescatar de la primera entrega la peluquería donde los mismos actores, caracterizados como ancianos daban «rienda suelta» a los chistes más escatológicos o racistas.
Fallido intento de hacer regresar películas de antaño, aprovechando las modas impuestas por la actualidad, pues el reparto es integramente conformado por gente, de los llamados ahora, racializada, exhibiendo el orgullo negro, como podemos ver en algunos modelos deportativos de la real primogénita, homenajeando las banderas de naciones como Jamaica o Nigeria. Lástima que todas estas buenas intenciones se vayan «por el sumidero» al carecer de sentido del ritmo o de hacer reir un mínimo, salvo un público determinado, amante del «gag» inmediato, sin demasiada elaboración. Si hasta Wesley Snipes causa bochorno.
0 comentarios