Aviso a navegantes, quien busque en esta serie una especie de continuación del excelente film original de Stephen Frears va a salir decepcionado. Esta nueva versión cambia la ciudad de Chicago a Nueva York (lo cual no afecta demasiado a la trama), traslada la acción a la actualidad y pone a Zoë Kravitz como protagonista. Por cierto, a Zoë Kravitz le viene el personaje como anillo al dedo, lo del rock y la bohemia le viene de familia (no todo el mundo es hijo de Lisa Bonet y Lenny Kravitz). A mí, me apetecía mucho ver cómo habían adaptado las andanzas de los personajes de la novela de Nick Hornby y su tienda de discos 20 años después. Ya sabes, con Facebook, Shazam, Tinder, Instagram, las plataformas digitales y la compañías de discos en clara descomposición por mucho que el vinilo siga aguantando el tirón muy dignamente. Sin embargo, pronto nos damos cuenta que esta serie ha optado más por lo romántico que por la ironía. Mientras el personaje de John Cussack era un canalla entrañable, la Rob de Zoë Kravitz es una joven con el corazón roto y la cabeza echa un lío. Esta Rob tiende a la depresión y ello cambia totalmente la perspectiva de la serie. El problema es que ni el ritmo ni los secundarios resultan tan amenos como en la mítica película, por mucho que el guión haya sido adaptado por el propio Nick Hornby. Básicamente los personajes siguen siendo treintañeros que siguen evitando madurar y retrasando la asunción de responsabilidades (compromiso, matrimonio, paternidad, etc) pero resultan mucho menos divertidos. Yo eché de menos a Jack Black. Ni Simon ni Cherise están a la altura de los secundarios del film de Stephen Frears.
¿Significa eso que High Fidelity la serie no tenga puntos de interés? pues no. Estos 10 episodios de la serie están bien y se ven con agrado. La serie puede interpretarse como un canto a ese caótico crisol que es la ciudad de Nueva York. Como era de esperar, sigue habiendo buena y variada música. Tampoco faltan diálogos sobre música, listas, playlist y mucha mitomanía. Aunque quizás todo lo anterior no sea suficiente para levantar el interés del espectador no aficionado a la música. No diré aburrida ni lenta ya que los episodios son de 30 minutos y casi no da tiempo para eso. Pero… mientras High Fidelity la película era divertida, High Fidelity la serie es triste. Supongo que quizás el éxito de la mordaz Fleabag les hizo pensar que un enfoque femenino y más melancólico podría funcionar en la televisión actual. Sin embargo, Fleabag era una rabiosa patada en la entrepierna y esta High Fidelity es una inofensiva palmadita en la espalda. Le falta mala baba, ironía, humor, descaro, etc. Yo qué sé… le falta eso que la convierta una gran serie. Quizás por eso (y los discretos datos de audiencia) los de Hulu han decidido cancelar la serie tras esta primera temporada. una pena, la verdad, series peores han tenido muchas temporadas.
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