Los suecos Therion es una las bandas más arriesgadas que existen en la actualidad. Desde hace más de veinticinco años, que evolucionaron desde el primigenio “death metal, son uno de los referentes del metal sinfónico, utilizando multitud de colaboradores en las voces, obras maestras del género como el lejano “Vovim” de 1998, como ejemplo y que en estas décadas de siglo XXI, han perpetrado obras inclasificables como “Les fleurs de mal”, inspirado en el poemario de Charles Baudelaire (libro que Ángel Ferrer lleva traduciendo en esta revista desde hace años) o el anterior “Beloved antichrist”, una ópera-rock-sinfónica de tres horas de duración que, eso sí, no se atrevieron a interpretar íntegra en su gira de presentación.
Con “Leviathan” no han tomado tantos riesgos, ya que es un Lp de poco más de cuarenta y cinco minutos, más accesible y con invitados de renombre. Bien producido y con unas composiciones de corte clásico, aseadas y “resultonas” desde su primera escucha, cosa que se evidencia con “The leaf of the oak of far”, con un comienzo casi “hard-rock” que pasa rápido al coro, al sentido hímnico y a esa fusión entre metal y clásica. Se nota que en esta ocasión, Christofer Johnsson ha sido más conservador. “Tuonela” es un medio tiempo, con tintes folk con Thomas Vikström y la voz femenina en perfecta armonía, unidas al final con el recientemente jubilado Marco Hietala. El tema homónimo, “Leviathan”, destaca por la unión entre el coro y la voz de soprano, con un buen “riff” entre medias aunque acaba sonando repetitivo. “Die Wellen der Zeit” es una balada de corte romántico, poca orquestación y que si eliminásemos el inicio y el estribillo coral, mantendría la esencia del “lied” alemán. “Azi Dahaka” es un cambio de ritmo total, con una melodía más acelerada que suena a “power metal” para regresar con “Eye of Algol” a una estructura más reconocible y punteo central a doble guitarra de gran calidad, cosa que se ve refrendada por la explosión sinfónica inicial de “Nocturnal light”, uno de los mejores cortes del álbum, brillante tanto en voces, coro, instrumentación y, lo que es más importante, melodía. “Great marquis of hell” mantiene el tono, con un tema directo y corto, con un Thomas Vikström destacado en la voz aunque mucho más oscuro es “Psalm of retribution” en todos los aspectos, recordando en algunos aspectos al musical “El fantasma de la ópera” de Lloyd Webber. Con “El primer sol”, mantiene el tono “abaritonado” de la anterior letra Vikstrom pero bien acompañada por la solista femenina (en este caso Lori Lewis), volviendo al folk oriental con la final “Ten courts of diyu” que junto a los dos anteriores temas sigue esa línea de emular musicales.
Un disco agradable de escuchar, donde Christofer Jonsson ha decidido componer un disco no conceptual, basado en “sencillos”, orquestaciones menos aparatosas, un espectacular coro, un siempre acertado Thomas Vikström y dos mujeres de registros vocales diferentes pero compatibles como la nueva Thaida y Lori Lewis en la parte final. Resultado que recuerda a la brillantez pasada de “Theli”, “Vovim”, “Lemuria” o “Sirius B”, tal vez su mejor época.
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