En este año hemos podido analizar dos brillantes discos donde el pesimismo de su tono y letras son manifiestos como son es caso del «City burials» de Katatonia y el «Obsidian» de Paradise Lost, uno más derivado hacia el progresivo y otro hacia el doom. Un poco de ambos hay en este nuevo trabajo de Draconian titulado “Under a godless veil”, donde la banda sueca ha construido un brillante ejercicio de metal gótico con fuerte presencia de la cadencia pesada de los “riffs” del doom, donde se expresa en todo su esplendor esa dicotomía entre la voz gutural de Anders Jacobson y la deliciosa tonalidad de Heike Langhans, establecida desde que sustituyó a la espectacular Lisa Johansson hace ocho años, una mujer dotada de un timbre de voz precioso y que no necesita gritar ni subir el volumen para conseguir transmitir lo que persiguen los escandinavos, cosa que ya podíamos ver en su anterior “Sovran”, donde debutó la Langhans, buen Lp pero que consideramos algo inferior a este “Under a godless veil”.
Comienza con “Sorrow of Sophia”, más de siete minutos de tema con numerosos cambios de ritmo, con un inicio que suena casi a ese lamento del que no habla el título para realizar la primera subida en el minuto y medio y a partir de ahí realizar casi una elegía que se une a “The sacrifical flame”, otra joya de atmósfera más pesada y donde Jonah Ericsson da rienda suelta al melancólico sonido que siempre ha sabido dotar a su guitarra, acompañado de Daniel Arvidsson también a las seis cuerdas, que consiguen otro impecable desarrollo de una canción de más de siete minutos uniendo el doom y el metal gótico y que parece desarrollarse en el posterior “Lustrous heart” que parece un puente hacia un nuevo estribillo conformado en la bella voz de Heike Langhans y un adecuado riff de Jonah Ericsson, llegando a un final épico ayudado por el sonido de cuerda. “Sleepwalkers” mantiene la esencia del disco, con un punteo inicial magnífico al que se une la voz femenina en tono bajo y cierta tristeza, llegando la masculina con agresividad para llegar al primer estribillo cantado juntos. Otro corte de envergadura donde todo funciona bien y que mantiene la estructura en “Moon over Sabaoth”, ayudado por la base rítmica de Jerry Thorntesson a la batería y el estupendo bajo de Daniel Änghede, pero ofreciendo el protagonismo a la “cavernosa” voz de Anders Jacobson, aunque lo mejor es el fraseo central, una de las especialidades del vocalista nórdico. Con “Burial fields” nos ofrecen un nuevo inicio, más espacial y etéreo, donde la voz de Langhans suena más angelical que nunca, en la línea de los mejores Anathema de los últimos años en la canción más progresiva del disco. “The Sethian” parece que va a mantener la línea del anterior tema pero la batería nos conduce del medio tiempo a la potencia casi “death” para bajar de nuevo al medio tiempo con predominio de la percusión, la posterior subida y final para enmarcar. Es tal el nivel que “Claw marks of the throne”, sin ser un mal corte, parece una transición hacia el final aunque con bonita melodía, cálida voz y un fraseo central impecable. “Night visitor” es otra muestra de cómo comenzar una balada, quizás en el tema más reposado del “Under a godless veil” que con un gran punteo final enlaza con la despedida de “Ascend into darkness”, casi nueve minutos de lirismo, de ritmo cadencioso y al que sólo echamos en falta un desenlace más hímnico.
Con “Under a godless veil”, Draconian han conseguido uno de sus mejores álbumes, ya asentados como una de las mejores formaciones de doom gótico, sabiendo combinar toda su experiencia y buen hacer en un trabajo disfrutable para todos los amantes de los sonidos oscuros. Cinco años de espera que han merecido la pena, desde el 2015 cuando presentaron el “Sovran” y que se resume en la portada que recuerda los cuadros de los “prerrafaelitas”, en especial el “Ofelia ahogada” de Millais, aunque la posición de la fallecida sea la contraria y no haya agua.
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