Billy Corgan posee un ego propio de un genio, lamentablemente su talento no está a la altura. Tras 30 años de carera, nadie puede negarle los buenos discos paridos en los 90 ni que actualmente el tipo intente huir del encasillamiento como alma que huye del diablo. En esta segunda etapa de su carrera sus reunificados Smashing Pumpkins van dando bandazos de un lado a otro intentando sonar frescos. Tras el decepcionante Shiny and Oh So Bright, Vol. 1 / LP: No Past. No Future. No Sun de hace un par de años, The Smashing Pumpkins giran de rumbo nuevamente inspirándose claramente en el techno pop más oscuro de los años ochenta. Como lo oyes. Corgan nunca ha ocultado su predilección por grupos como Joy Division, Depeche mode, New Order y The Cure. Las guitarras ceden protagonismo a los sintetizadores mientras la voz de Corgan sigue sonando tan vibrante como antaño. Una apuesta arriesgada la de Corgan y compañía que les ha salido bastante bien. Corgan sigue siendo un excelente compositor que sabe todavía entregar piezas con el suficiente atractivo. Aviso para viejos rockeros: los que busquen la rabia guitarrera de Siamese dream no la encontrarán en CYR. Sin embargo, saldrán mucho más satisfechos los que busquen un grupo consciente de su pasado que se adentra sin miedo en el futuro.
Sin embargo, el único problema de CYR es su duración. Los 20 temas de CYR suenan excesivos. Como si del Kiss me, kiss me, kiss me!!! de su adorados The Cure se tratara, Corgan ha lanzado un LP doble con múltiples cambios de sonido. Una pena que no todas las composiciones estén al mismo nivel. El prolífico Corgan tiene un problema al discernir los temas que realmente merecen pertenecer a su discografía y cuales deben quedarse como caras-b (¿tiene sentido tal cosa en la era del streaming?) o no salir nunca de un hipotético cajón. De CYR me gustan (mucho) algunos temas como Confessions of a dopamine addict, CYR, Ramona, Wyttch (el temas más rockero del lote), Purple blood, Save your tears, Telegenix, Haunted, Starrcraft o Schaundenfreud mientras el resto me resultan algo monótonos. Lo cierto es que CYR gana al ser consumido en pequeñas dosis. Y eso que Corgan se ha buscado un par de coristas para dar color y variedad a las voces. Reducir el tracklist a 12 temas hubiera sido un acierto. Pero 20 temas y 72 minutos son demasiados. Un minutaje que solamente algunas obras maestras pueden permitirse y CYR es un buen disco pero no una obra maestra. Por mucho que le pese al señor Corgan.
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