“Penny dreadful” se ha convertido con los años (pocos desde su última temporada) en una serie de culto, a pesar de ser cancelada abruptamente en su tercera temporada por los no demasiado boyantes índices de audiencia, lo mismo que sucedía en otras como “Hannibal” o, la anterior, “Firefly”. Tal vez, por esa aureola de prestigio, su creador John Logan ha decidido colocarle el título de su emblemático producto a este “City of angels”, con la que comparte más bien poco.
La acción se traslada del Londres victoriano al Los Ángeles justo antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial. Una ciudad que se expande y donde se empiezan “ghettos” entre los residentes provenientes de Europa y los de México, en una nada disimulada analogía de lo que sucede ahora con algunos de los exabruptos de Donald Trump, aunque los villanos sean los nazis. Quizás es una de las cosas que peor funcionan en los diez episodios, pues sus responsables no disimulan y dejan claras sus intenciones, quedando claro en el final del último capítulo. Tenemos una familia hispana, con una madre coraje que va viendo como sus hijos van tomando partido por diferentes opciones vitales (la delincuencia, la ley o la religión) en una ciudad que cada vez tiende a convertirse en metrópoli. En ella viven diferentes personajes que van entrelazando su historia con la familia mexicana. Todo en un tono de tragedia griega donde los roles no tienen capacidad de elección, marcados por el destino de dos diosas. La Santa Muerte que recoge a los fallecidos dignos de ello y su hermana Magda, una especie de “ángel vengador” que se mezcla con los humanos para aconsejarles malas acciones y grandes catástrofes. Ese espíritu trágico es lo más interesante de “Penny dreadful: City of angels”, donde los hechos están marcados por la fatalidad, como sucede con Sofocles, Eurípides, Esquilo, Shakespeare o García Lorca (el último trágico. Recordemos “Bodas de sangre”: “-Que yo no tengo la culpa, que la culpa es de la tierra y de ese olor que te sale de los pechos y las trenzas-“). Todo se encuentra teñido por el infausto sino: los amores, las alianzas, la amistad. Incluso los “pachucos” recuerdan a las bandas de “West Side Story”, que no era más que una traslación musical del “Romeo y Julieta” al Nueva York portoriqueño. El problema es que tan interesante punto de vista queda eclipsado por una narración atropellada y unos protagonistas definidos con retazos, demasiado esquemáticos y poco creíbles, comenzando por las dos deidades, que en algún momento llegan a la vergüenza ajena.
Entre los actores dejan sin palabras el cuádruple papel de Natalie Dormer, que funciona como Magda y objeto del deseo del médico y naufraga como ayudante del concejal y, sobre todo, como lideresa latina, ridículo desde que aparece y lleno de tópicos. También hay una supuesta investigación sobre un caso de asesinato ritual que parece ser olvidado según avanza la trama. A la de “Juego de tronos” o «El misterio de Hanging Rock» le acompañan unos inexpresivos Daniel Zovatto y Kerry Bissé y unos secundarios de más enjundia como Nathan Lane, Amy Madigan, Piper Perabo y Rory Kinnear, junto a un Brian Dennehy (antes de morir) que aparece en una sola secuencia.
Lo sentimos por Paco Cabezas, que dirige los primeros episodios, pero este “Penny dreadful: City of angels” queda lejos de su antecesora y se convierte en una decepción, pues quien esperase algo parecido a los padecimientos vampíricos de su serie matriz quedará desencantado y no creo que sume muchos más adeptos por colocarle el subtítulo de un producto que no le funcionó bien a Showtime. Por no hablar de la enorme diferencia entre la brillante Eva Green y una más limitada Natalie Dormer. Más “sombras que luces” en este nuevo intento de crear opinión entre la juventud por medio del cine, en este caso las series, como sucede con ese Los Ángeles donde la familia alemana va a ver el “Robin Hood” de Michael Curtiz mientras en otra marquesina se estrena el “Ángeles con caras sucias”, del mismo 1938 y director.
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