El siguiente poema de Las Flores del Mal se titula La Campana Agrietada. En él, Baudelaire, establece un símil entre su alma y la misma campana. Advirtiéndose los dos como una especie de reclamo ante los problemas del vivir. La campana suena entre la niebla, y el alma poetiza cuando se nubla por las circunstancias.
LAS FLORES DEL MAL – CHARLES BAUDELAIRE
LA CLOCHE FÊLÉE
Il est amer et doux, pendant les nuits d’hiver,
D’écouter, près du feu qui palpite et qui fume,
Les souvenirs lointains lentement s’élever
Au bruit des carillons qui chantent dans la brume.
Bienheureuse la cloche au gosier vigoureux
Qui, malgré sa vieillesse, alerte et bien portante,
Jette fidèlement son cri religieux,
Ainsi qu’un vieux soldat qui veille sous la tente !
Moi, mon âme est fêlée, et lorsqu’en ses ennuis
Elle veut de ses chants peupler l’air froid des nuits,
Il arrive souvent que sa voix affaiblie
Semble le râle épais d’un blessé qu’on oublie
Au bord d’un lac de sang, sous un grand tas de morts,
Et qui meurt, sans bouger, dans d’immenses efforts.
LA CAMPANA AGRIETADA
Es amargo y dulce, durante las noches de invierno,
escuchar, junto al fuego que palpita y humea,
los recuerdos lejanos elevándose lentamente
por el sonido de los carrillones que cantan en la niebla.
Bienaventurada la campana de garganta vigorosa
que, a pesar de su vejez, alerta y robusta,
lanza fielmente su grito religioso,
¡como un viejo soldado que se queda despierto dentro de la tienda!
También mi alma está agrietada, y cuando metida en problemas
quiere ella con sus cantos poblar el aire frío de las noches,
es frecuente que su voz debilitada
parezca el denso estertor de un herido al que olvidamos
a orillas de un lago de sangre, bajo un gran montón de cadáveres,
que mueren, sin moverse, entre considerables esfuerzos.
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