Cada vez tengo más claro que el quinto miembro de U2 es el miedo. Discográficamente hablando, U2 han acabado convertidos ese dinosaurio que una vez evitaron ser. Ya nada queda de los celebrados experimentos de Achtung baby, Zooropa, Passengers o Pop. De todo aquello hace ya más de dos décadas en las que U2 se han instalado en el más plácido mainstream. Cada nuevo disco es celebrado por sus millones de seguidores que básicamente aceptan como caído del cielo cualquier cosa que provenga de su grupo favorito. Seamos claros: U2 son una mortecina franquicia que saca disco cada 4 años (vale, esta vez han sido 3) y, curiosamente, siempre cerca de fechas navideñas. Sus discos son ideales para regalar a ese padre que creció con el The Joshua tree (1987). Pero de todo aquello hace ya 30 años, como bien nos han recordado los mismos U2 con esa innecesaria gira del 30 aniversario. Parece que las dudas acechan al grupo irlandés que regraba y retoca hasta la saciedad sus últimos lanzamientos como si no supieran cómo demonios quieren sonar. Confían en distintos productores para el sonido del disco mientras se pierden en lo esencial: las canciones.
¿Y qué tal el esperado Songs of Experience? Pues ni frío ni calor, templado. Estamos ante uno de los lanzamientos menos inspirados de Bono y compañía. No es un mal disco, ni mucho menos, pero los años van pesando y las ganas de sorprender no aparecen por ningún lado. Las dudas y el miedo no les dejan avanzar. U2 van a lo seguro, a contentar a sus fans más acérrimos y poco más. No ganarán nuevos adeptos pero tampoco perderán a ese fan que se gasta la pasta para ver sus soberbios shows en directo. Oyendo este insípido disco me ha quedado claro que es una mera excusa para salir de gira y volver a casa con las arcas llenas por enésima vez. La misma triste sensación que tuve al escuchar el último de sus coetáneos Depeche mode. Innegable que el disco tiene buenos momentos (quien tuvo, retuvo) pero carece de emoción e intensidad. Además, no tiene ningún himno revienta estadios ni siquiera un hit para radio fórmulas. U2 parecen haber aceptado que son muy mayores para las radio fórmulas y que sus vídeos tienen poco que hacer en youtube frente a las caderas de la última mamarracha sin apenas ropa que asola las listas de éxitos. U2 van a lo suyo sin arriesgar ni un ápice. Eso sí, ahí está esa fantástica voz de Bono que logra hacer atractiva cualquier melodía por mucho que la guitarra de The Edge suene a lo de siempre.
La cosa empieza bien con la sorprendente Love is all we left, esa producción de Andy Barlow y el autotune prometen, pero es un espejismo. Pronto estamos frente al Bono de siempre cantando lo de siempre. No hay una evolución en el sonido del grupo, es más, me recuerda a esa preocupante señal de alarma que fue All that you can’t leave behind (2000). Temas como Lights of home, You’re the best about me o Get out of your own way podrían haber estado incluidos en aquel desganado disco con el que U2 entró con mal pie en el siglo XXI. Por suerte, no me chirrían demasiado los versos de Kendrick Lamar a pesar de que el rap no es lo mío. Le toca el turno a American soul y me doy cuenta de que es un pastiche de Volcano, incluida en su anterior LP, Song of Innocence (2014). Al final va a resultar que este Songs of experience está configurado a base de descartes. Love is bigger than anything in its way pretende ser un himno y se queda en una cancioncilla bonita, sin más. Lo mismo le pasa a The blackout, que quiere levantar vuelo pero llega muy tarde, cuando ya todos sabemos que este LP es un mero trámite. No son ninguna maravilla pero me agradan Summer of love y The Little things that give you away, por el contrario, The showman (Little more better) me parece lo más flojo que ha parido U2 en sus 37 años de (casi siempre) gloriosa carrera. La impresión de estar escuchando un pastiche se hace evidente al retomar el tema Song for someone de su anterior LP ahora transformado en 13 (Theree’s a light). ¿A eso se referían al decir que ambos trabajos formaban parte de un todo? Pues vaya. Yo más bien diría que escasean las ideas.
No se vayan todavía, en los bonus recuperan ese flojo tema con el que intentaron ganar el Oscar a mejor canción, Ordinary Love, esta vez en un insulso remix del todo innecesario. Tampoco el remix de You’re the best thing about me supone nada positivo, la verdad sea dicha, puro relleno para justificar una Deluxe edition. Lo único decente de esta edición es el tema The book of your Love, que bien podría haber estado dentro del LP, el resto, para olvidar.
Si comparamos Songs of Innocence con Songs of Experience, gana el primero por goleada. Si el primero sonaba fresco, este Experience suena a gastado, a rancio. El retorno a sus orígenes me resultó mucho más emocionante que este ejercicio de auto parodia en el que U2 han caído.
¡Magnífica crítica!