Hacía tiempo que no salía tan contento del cine como después de ver “Sully”, una película donde Clint Eatswood vuelve a dejar claro por qué es uno de los grandes cineastas en activo, alguien que no necesita plegarse a la industria y hace cualquier encargo que le llegue, solo dirige lo que le apetece y cree que puede encajar con su manera de entender el cine. Su anterior trabajo “El francotirador” podría resultar en exceso patriota y el mensaje que destilaba podía hasta resultar peligroso con esa clara separación entre soldado estadounidense- bueno, iraquí- malo. Pero estaba dirigida con un gusto al alcance de muy pocos y con una sensibilidad en la narración digna de encomio. Un trabajo notable dentro de una filmografía sensacional donde ha conseguido varias obras maestras en distintos géneros desde “El jínete pálido” o “Sin perdón” pasando por “Bird” o “Cazador blanco, corazón negro” hasta “Mystic River”, “Million Dollar Baby” o “Gran Torino” y muchísimas buenas y muy buenas cintas, donde se englobaría esta. Y me alegra por doble motivo, pues mi admiración por Eastwood es enorme y dentro de sus últimos trabajos no me había convencido “J. Edgar”, aunque tiene que ver bastante el horrendo e increíble maquillaje, inverosímil en una producción de ese calado y “Jersey Boys” que no me interesó nada y que me parece de sus peores obras.
Con “Sully” ha vuelto a homenajear al séptimo arte, con una historia atractiva, bien narrada y que en poco más de hora y media da una lección de tratamiento y complejidad de los personajes, pues la idea no gira en torno al héroe que salvo 155 vidas al amerizar su Airbus A320 en el río Hudson sino en el intento de los poderes fácticos de cargarle una culpa que no tenía para evitar el pago del seguro y otras circunstancias en perjuicio de la compañía, en vez de resaltar la grandeza de ese piloto que merced a su experiencia y “nervios de acero” consiguió un imposible. Un tratamiento del guion magistral donde da toda una lección de trasladar un buen argumento a imágenes. Y eso que la estructura no lineal de la historia de Todd Kormanicki es compleja de abordar pero es la más efectiva pues lo que sucedió en realidad casi todo el mundo lo conoce. Y ahí llega el lucimiento del guionista, del editor Blu Murray, asistente de montaje de Joel Cox desde 2006 con “Banderas de nuestros padres” y que ahora da el salto a capitanear esta labor y, por supuesto, de Eastwood que ofrece un despliegue de recursos cinematográficos que llegan a apabullar. Su forma de dirigir es clásica e incluso en más de un diálogo no arriesga limitándose a un evidente plano/ contraplano pero todo el tono del largometraje es lírico, poesía en movimiento, con unos movimientos de cámara suaves, de duración adecuada y donde podemos ver como los personajes van evolucionando y como el miedo a haber hecho mal la heroicidad puede hacer mella en gente corriente en una situación de popularidad para la que no están preparados. Y en eso recuerda mucho al cine de Frank Capra con personas normales en situaciones extraordinarias y que tan bien ejemplificó James Stewart y del que Tom Hanks es deudor en este rol, que consigue “bordar”, acompañado por unos correctos secundarios encabezados por Aaron Eckhart, con un imposible bigote, y unos efectos especiales integrados en la obra pero muy eficaces, sobre todo la escena clave del amerizaje sobre el agua.
Una lección de puesta en escena entendiendo como “-Movimiento de personas y objetos a voluntad en la superficie de la toma-” en genial definición de Andrei Tarkovski y que demuestra que Clint Eastwood es uno de los últimos clásicos vivos que quedan realizando películas y que ha hecho una impecable trayectoria del triunfo del trabajo, del individuo sobre el colectivo, de los poderes opresores contra la iniciativa personal. Una serie de claves que marcan su cine y sus ideas políticas, pues sus postulados están lejos del progresismo interventor del socialismo o de las tesis del partido demócrata y más que en el partido republicano actual milita en el movimiento “Libertarian”, también conocido como anarco-capitalismo, tan en boga en EE.UU. Y que encarna a la perfección Thomas Sowell cuyas ideas se ven bien reflejadas en su concepto de sanidad: -”Es sorprendente que la gente que piensa que no puede pagar por doctores, hospitales y medicamentos mientras piensan que sí pueden pagar por doctores, hospitales, medicamentos y una burocracia que lo administre” o de la política “-La primera lección de economía es la escasez: nunca hay suficiente de algo para satisfacer plenamente a todos aquellos que lo deseen. La primera lección de la política es hacer caso omiso de la primera lección de economía-”. Un pensador políticamente incorrecto no como Clint Eastwood, aunque sus tesis políticas lo sean, sus películas menos con excepciones, pues se le ha tachado de fascista en algunas ocasiones, aunque quien esté en contra de las tesis imperantes suele ser denominado así.
0 comentarios