Producción de los Hermanos Russo que tras su éxito en Marvel, han tenido un “impasse” de varios filmes en las compañías de “streaming” antes de su regreso con las nuevas aventuras de “Los Vengadores”. Tres cintas fuere del universo de los Capitán América, Iron Man, Thor y compañía, de las cuáles dos han sido producidas bajo el seno de Netflix.
Así que tras “El agente invisible” nos llega esta “Estado eléctrico”, cinta que hibrida la ciencia ficción, acción y aventuras. Género que Anthony y Joe Russo dominan a la perfección. Lo interesante del guion de Christopher Markus y Stephen Mc Feely es que no opta por la distopía sino por la ucronía, por lo que no existe un futuro inventado sino una reconstrucción falsa de la historia, género donde Quentin Tarantino alcanzó grandes cimas en los desenlaces de “Malditos bastardos” y “Érase una vez en Hollywood”, Philip K. Dick en “The man on the high castle” o Simon Stalenhag en “Historias del bucle”, de las que hay dos notables series. Y del autor sueco toman la novela de “Estado eléctrico” aunque con peor fortuna que en los títulos antes referidos.
Y es que como en todas las producciones de los Russo se unen las virtudes y defectos que han jalonado su filmografía. En el capítulo positivo es innegable que la cinta posee un ritmo endiablado, con el cuál es complicado aburrirse, por lo que sus casi dos horas de duración se ven agrado y pasan en un suspiro pero a costa de filmar en formato videoclip, con plano ínfimos y fomentando el montaje y los efectos especiales en detrimento del “libreto” y de la profundidad de los personajes, narrándonos una historia sobre una guerra entre humanos y robots que finalizó con la victoria del hombre sobre la máquina, relegando a estos a una reserva y juzgando a la persona que mantenga alguna relación con androides. Un argumento a los Asimov donde la protagonista descubre a su hermano convertido en robot que buscará la forma de hacerlo regresar a su estado natural. Para ello tendrá que sumar fuerzas con un aventurero y su aliado de metal y una pléyade de exiliados no humanos.
Un largometraje de buenos y malos que nos recuerda a películas como “Distrito 9” de Neil Blompkamp, aunque sin la carga política del sudafricano, y al cine de los ochenta y noventa de ciencia ficción, acción y efectos especiales en la línea de los Spielberg o Zemeckis donde los buenos sentimientos priman.
Un “Estado eléctrico” que posee una puesta en escena visualmente atractiva pero que se resiente en cuanto se “rasga un tanto la superficie”, cosa que se puede observar en la pareja protagonista, con unos Millie Bobby Brown y Chris Pratt carentes de “química” aunque bien secundados por Stanley Tucci, Giancarlo Esposito, Ke Huy Quan y las voces de Woody Harrelson, Anthony Mackie o Brian Cox.
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