Drive es una de esas películas que parece no dejan indiferente a nadie. O la amas o la odias. Sin embargo, la película del danés
Nicolas Winding Refn a mí me dejó algo frío.
Ya desde el principio Drive nos deja las cosas claras, no es un film convencional. Los títulos de crédito de Drive parecen sacados de la serie Miami Vice o una peli de los años ochenta con esas letras en rosa y esa música techno. Pero Drive no es un film de los años ochenta, aunque recree ese ambiente, tampoco es un film sobre persecuciones en coche (aunque se publicite como tal) ni es un film sobre gánsters de poca monta. Drive tiene todo eso pero no es un film que se pueda catalogar fácilmente, pero se podría definir como una peli de autor con envoltorio de peli de acción.
Drive nos presenta a un protagonista solitario y bastante parco en palabras perfectamente interpretado por Ryan Rosling. Un tipo que recuerda a esos héroes (o anti héroes) del cine negro clásico pero con aspecto actualizado (muy chula la cazadora con el escorpión). En un mundo frío y sin piedad, nuestro protagonista sólo obtiene algo de emoción a través de estas peligrosas persecuciones nocturnas que le obligan a esforzarse al máximo. Su especialidad es huir, nada de echar raíces o sentirse cómodo en ningún lugar.
Pero el tipo tiene un corazoncito (vaya por donde) y era inevitable que una mujer se cruzara en su camino y nuestro héroe empieza a no ser tan profesional. Hay que ser más frío que un témpano de hielo para no jugársela por Carey Mulligan. Los aletargados sentimientos entrarán en juego poniendo en peligro una existencia no demasiado excitante. Por supuesto, la cosa se complicará y nuestro héroe deberá aplicarse a fondo para salir de ese agujero en el que se ha metido él solito.
Nicolas Winding Refn nos ofrece un pausado estilo narrativo y visual. Nada de espectaculares tiroteos o grandes persecuciones con decenas de coches reducidos a chatarra. Winding Refn opta por los silencios de los personajes y las frases no dichas antes que por las bravuconadas o las frases lapidarias. Las miradas y los silencios toman aquí el protagonismo mostrando unos deseos que pugnan por salir a la superficie. La relación entre Ryan Gosling y Carey Mulligan es una de las más contenidas del cine reciente. Apenas hay contacto físico entre ellos pero destilan una tensión casi insoportable. Dicha tensión se ve acrecentada por la música de un Cliff Martínez que parece un imitador del Angelo Badalamenti más inquietante (y no es ésta la única coincidencia con el cine de David Lynch). Drive nos brinda momentos como el del ascensor o la escena final que son simplemente geniales tanto por su intensidad como por su plasticidad. Winding Refn sabe rodar pero debería dotar a sus historias de algo más de vida. Está muy bien intentar hacer un cine de autor moderno y que puede generar un cierto culto pero se queda a medio camino.
Quizás su talón de Aquiles sea la falta de un estilo propio, la sombra de David Lynch planea sobre buena parte del metraje y oscurece buena parte de los méritos del film. Refn no inventó nada con Drive, la cosa le quedó bastante apañadita aunque algo distante para quien escribe estas líneas.
Definitivamente, Drive no es una película convencional aunque quizás no sea todo lo original que su autor pretendiera hacernos creer. A los amantes de las pelis de carreras les parecerá lenta y a los amantes de las pelis de gánsters es posible que también les defraude. Los que busquen cine negro de autor es posible que salgan satisfechos.
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