Álex De la Iglesia lleva jugando con el “thriller” políciaco desde sus inicios llegando al paroxismo con “Los crímenes de Oxford”. Además desde hace un tiempo trufa sus alambicadas historias con un humor de tintes surrealistas casi en la línea de Berlanga, cosa que pudimos ver en su disparatada “Veneciafrenia” donde nos ofrecía una crítica al turismo de masas entre asesinato y asesinato.
Algo parecido sucede con esta “1992” donde el criminal comete sus masacres dejando un muñeco de Curro, la mascota de la Expo de Sevilla de 1992. Como se puede prever los hechos se remontan al pasado y a la corrupción política que asoló la España de aquellos años, la del “pelotazo”.
Y con guion propio y de su habitual Jorge Guerricaechevarría, entre otros, nos presenta una historia propia del “giallo” italiano, en la línea de los de Mario Bava o Dario Argento. De hecho, su historia nos puede remitir a títulos como “Seis mujeres para el asesino” o su villano al desfigurado de “Giallo”. No son las únicas referencias cinematográficas pues en este argumento de venganza y muerte, digna del cine de terror ochentero con psicópata enmascarado también se pueden encontrar reminiscencias de “El exterminador” o desfasadas fiestas que acaban con muerte accidental de prostituta como en “Very bad things”
Álex De la Iglesia dirige con brío y ritmo y en algunas situaciones se mezcla ese costumbrismo “cañí”, tan propio de su cine, con brutales crímenes con un lanzallamas aderezado con algunos diálogos divertidos. El problema es que no termina de cuajar en ningún momento, con una puesta en escena veloz pero donde la historia no termina de convencer, sobre todo en la parte final con algún “deux ex machina” y un desenlace descacharrante. Ese ha sido uno de los grandes “hándicap” de De la Iglesia con sus producciones pues funcionan bien durante tres cuartas partes para perder crédito con los finales.
“1992” es un producto entretenido pero insuficiente donde todo parece estar dirigido con piloto automático, comenzando por la pareja protagonista Fernando Valdivieso y Marián Álvarez que adolecen de falta de química en un reparto donde lo mejor son Carlos Santos y Pedro Casablanc, secundarios junto a otros nombres importantes del cine español como una Paz Vega algo desubicada.
Una serie corta de seis capítulos con pasajes mejores pero que no es de lo más inspirado de sus producciones, quedando lejos del talento que atesora uno de los nombres capitales del cine español como es Álex De la Iglesia.
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